Este artículo se publicó en el año 1997 en una revista
para conmemorar el 25 aniversario de la fundación del colegio Valme Coronada en
Dos Hermanas ( Sevilla). El que era entonces director del centro y gran amigo,
Pedro Romero, me escribió para darme la gran noticia que contaba con mi
colaboración. Siempre le agradeceré que me diera la oportunidad de expresar públicamente,
lo importante que fue para mí, ese " Mi primer destino."
MI PRIMER DESTINO
A pesar de los años transcurridos, a pesar del alumnado
que he tenido, y a pesar de los amigos que he dejado; jamás podré olvidar mis
años de docencia en el colegio Valme Coronada en Dos Hermanas. Esos años han
dejado en mi vida profesional y personal una huella tan profunda e imborrable
que me hicieron sentir la verdadera pasión por la profesión que aún mantengo.
Descubrí, a partir de aquí, que ésta es mi gran vocación.
Siempre
recordaré con verdadera añoranza mi llegada a Dos Hermanas. Era el mes de
julio, acababa de aprobar las oposiciones y me habían dado mi primer destino . Hacía 40 grados a la sombra y el aire olía intensamente a aceite, olor
que me sigue transportando, sin quererlo, a esa época pasada. Tenía 21 años y estaba
llena de ilusiones, de proyectos y de ansias de conocer, de vivir y de
aprender. Desde el mismo momento en que Paco Reina (Don Francisco) me recibió
en su casa con los brazos abiertos, no como director del centro, sino como un
amigo, supe que comenzaba una nueva etapa en mi vida.
(jubilación de Paco Reina, director del centro)
La calurosa
acogida de Paco Reina fue el precedente de las afectuosas acogidas que vinieron
después. El pueblo me envolvió en una grandiosa hospitalidad y el colegio me
abrió de par en par sus puertas para ofrecerme lo mejor de él: la dulzura y el
cariño incomparable del alumnado, la entrañable bienvenida de padres y madres y
la sincera amistad del profesorado. Amistad que, con el paso del tiempo, aún
perdura y permanece en mi mente como recuerdo de los ocho años que pasé en ese
centro.
Este colegio ha supuesto para mí, la ilusión, la amistad,
la diversión, el cariño, y sobre todo, la realización plena como profesional de la
enseñanza. Jamás olvidaré las vivencias que tuve como maestra en aquel lugar,
ni el calor que recibí de su gente.
En estos momentos en que el colegio cumple sus
veinticinco años, tengo la oportunidad de agradecer a través de estas líneas a
todos los que de alguna manera contribuyeron a hacer tan satisfactoria mi
estancia allí. GRACIAS a las familias que tanto colaboraron conmigo. GRACIAS al
alumnado que tanto me enriquecieron con sus inquietudes. GRACIAS a mis
compañeros y compañeras que tanto me ofrecieron y GRACIAS a ti Luis, conserje
de este colegio que siempre me recibía con una permanente sonrisa.
Yo formé parte de la segunda promoción que accedió a Magisterio con COU.
Durante todo el año que duró el curso, mis planes de futuro eran estudiar
enfermería o hacer Bellas Artes. Nunca pensé que la realidad estaría bastante
alejada de mis proyectos. Cuando llegó el mes de junio y le propuse a mi padre
mis intenciones de estudiar fuera de Ceuta, este me dijo que la situación
económica de la familia solo daba para estudiar Magisterio en mi propia ciudad.
Así que, mis proyectos se esfumaron y aterricéen la Escuela Normal de Magisterio en el curso 73-74.
Mis amigas y yo hicimos todo el bachillerato en el único instituto público
que había entonces, y que separaba a los chicos de las chicas por un pasillo
que dividía el centro en dos partes, el instituto femenino y el instituto
masculino, con una puerta de unión entre ambos centros. Solo se nos permitía
ver a los chicos a la entrada, en el recreo por las ventanas, y a la salida del
instituto. Muchas veces, esperábamos impacientes la clase de Educación Física
para observar a través del cristal de la ventana, cómo los chicos hacían su
actividad deportiva y buscar así, entre todos ellos, aquel que más nos gustaba.
Al entrar en Magisterio vimos que, por primera vez, chicos y chicas íbamos
a compartir un aula común, compartiendo espacio, tiempo y las mismas
inquietudes e intereses. Nos sorprendió ver que había muchos chicos que no
conocíamos y que jamás lo habíamos visto en los alrededores del instituto, ya
que muchos de ellos venían de otras ciudades de Andalucía. Era la primera vez
en mi vida de estudiante en la que iba a compartir espacio con el sexo
masculino y dada mi excesiva timidez, supuse que esto sería el gran
inconveniente que tendría que soportar en los tres años que duraran mis
estudios.
No me equivoqué en mi suposición, ya que los primeros días se llenaron de
miedos e inseguridades, producto de una educación feminizada durante siete años
de instituto y cinco de enseñanza primaria. Cuando vimos entrar por primera
vez, a don Jaime Rigual, director del centro y profesor de Matemáticas, supe
que sería mi perdición. Su clase era a última hora de la noche y siempre
llegaba tarde, con prisa y con un puro en la
boca. Cogía la tiza y llenaba la pizarra de operaciones matemáticas. Yo sabía
que, en cualquier momento, uno de nosotros subiría al estrado para continuar lo
que él había empezado. Durante el tiempo que duraba su clase, mis manos sudaban
y el corazón se me aceleraba tan solo de pensar que me sacaría a la pizarra y
pudiera hacer el ridículo delante de tanto personal masculino. La ansiedad se
disipaba cuando don Jaime salía por la puerta y teníamos los cinco minutos de
descanso entre clase y clase, que nos permitía salir al pasillo, beber agua del
botijo que estaba en la ventana y que Julia, la conserje, llenaba con mucho
mimo, fumarnos el deseado Ducados y cargar energías gracias a los chistes y
bromas que nuestro desaparecido compañero Andreu, y Damián Viruel, hacían de todo lo que había
acontecido en el día.
Las chicas recuperábamos nuestro
espacio femenino cuando nos separaban en la clase de Educación Física que nos
daba la profesora Luisi y los chicos se iban con Enrique Hernández. Lo normal
era que ellos se dedicaran a jugar al fútbol y a otros deportes y nosotras
hiciéramos la habitual tabla de gimnasia propia de nuestro sexo. Los
campeonatos deportivos en Granada ponían el broche de oro a la escasa actividad
deportiva que hacíamos, pero que permitieron a alguna de nosotras establecer
lazos afectivos y sentimentales con algún compañero que en la clase habitual solo
daba para algún que otro roce y algún que otro guiño. Aunque la mayoría de las
veces veníamos con grandes derrotas de los partidos, también regresábamos
repletos de nuevas experiencias por haber convivido fuera del aula y de la
ciudad con nuestro propios compañeros y compañeras.
La clase de Formación Política que
daba Terele era otro respiro para las de nuestro mismo sexo, ya que la
formación social y ciudadana que se esperaba de las futuras maestras distaba
mucho de parecerse a la de los futuros maestros, así que volvían a separarnos.
En el curso 73-74 aún recibíamos la formación política que se regía por la
dictadura franquista, una formación machista basada en los Principios del
Movimiento y que relegaba a la mujer a un segundo término, donde la sexualidad
era un tema tabú y la procreación y la vida de casada era nuestro verdadero
fin. Por ese motivo, estábamos poco habituada a hablar entre nosotros del tema
sexual. Nos avergonzaba y nos producía cierto sonrojo.
La apertura nos llegó con la llegada de la auxiliar de conversación
francesa Marie Claire, que utilizabauna
metodología muy innovadora en ese momento, basada en escuchar música, en mirar
y leer revistas donde el desnudo era habitual y ver alguna película poco
frecuente en nuestro entorno. Marie Claire no entendía muy bien el humor
español y cuando nuestro compañero Fede Palomo le cantaba la canción del
anuncio de pantis”Marie Claire, Marie
Claire, un panty para cada mujer” Ella nos miraba como diciendo que no
entendía nuestras exageradas risas. Fue
en una de esas revistas, que trajo Marie Claire, donde vi por primera vez el
desnudo de un hombre de cuerpo entero y en todo su esplendor. Me ruboricé hasta
las orejas, sobre todo al comprobar que compartía la misma imagen con mi
compañero Pepe Gaona que sonrió al verme del color de la amapola. Todo aquello fue
el inicio de unas pequeñas dosis de apertura hacia el sexo contrario y que nos
permitió desinhibirnos, en parte, de todos los prejuicios propios de nuestra
edad y de nuestro sexo, producto de la situación política y cultural que se
vivía en esos años.
El bar Avenida, cercano a
Magisterio en la bajada de la cuesta del Morro, era el punto de encuentro de
algunos de nosotros. Otros, solo los chicos, se iban al bar Sardinero, el bar de la esquina que estaba repleto de hombres
mayores que con la copa de anís El Mono y el coñac Terry mataban el tiempo
jugando al dominó y ellos les acompañaban. Cuando entrábamos al bar Avenida, el
humo del Coronas y Ducados junto con la música de Serrat, Juan Pardo,
Mocedades, Manolo Galván…etc, que sonaba en la máquina de discos, envolvían el
ambiente y lo convertían en un lugar muy especial para todos nosotros. Allí
repasábamos apuntes, preparábamos exámenes,
debatíamos de temas actuales e
incluso se hacían declaraciones de amor.
Cuando terminamos primero, se habían esfumado todos los temores, los miedos
y los prejuicios hacia el sexo contrario, gracias a todos los momentos que
habíamos compartido y todas aquellas actividades que habíamos organizado: desde
teatro, pases de modelo, recital de canciones, fiestas discotequeras en la
Cueva, El River o el Arco Iris, sin olvidar las chirigotas carnavalescas,
creadas por nuestro compañero gaditano Antonio Cárdenas, que nos inculcó el
gusanillo del carnaval e incluso le escribió alguna letrilla a don Jaime Rigual
y que cantábamos por los pasillos en voz baja para que no nos oyeran.
La culminación de las relaciones entre el grupo llegó con el Campamento que
nos obligaban a hacer a todos los que hacíamos Magisterio y que por primera vez
se llevó a cabo con todo el grupo, sin separarnos de los chicos, por iniciativa
del profesor de Formación Política don Manuel Calvo Perseguer, que por su
talante decidido confió en que debíamos empezar a convivir chicos y chicas
fuera de nuestro entorno habitual. Decidieron llevarnos a todos al campamento
Santa María Del Buen Aire de San Lorenzo de El Escorial.
La mayor y la mejor experiencia que
tuvimos todos los de mi promoción fue pasar quince días en un campamento donde
pudimos relacionarnos, no solo con estudiantes de Ceuta, ya que compartimos
espacio también con chicos saharauis, otros de Melilla, de Madrid y un grupo de
chicos ciegos. En el campamento nos separaron. A las chicas nos pusieron en un
albergue y a ellos en tiendas de campañas cercanas a nosotras. Hacíamos
actividades conjuntas al aire libre. Lo mejor de todo eran las noches, con los fuegos
de campamento que compartíamos todos al ritmo de guitarras y canciones que
agarrados de la mano coreábamos, sin importarnos la edad, ni el lugar de
procedencia. Algunas veces nos llevaron a visitar el Escorial, allí
aprovechábamos para ir al “Ojo Izquierdo” la discoteca del pueblo que nos
permitía achucharnos y regalar algún que otro beso al chico deseado.
Aún al cabo de tantos años, sigue
perdurando en nosotras todas aquellas primeras sensaciones vividas en ese
campamento, y siguen en el recuerdo muchas de las personas que conocimos y que
dejaron su huella a pesar del tiempo que ha pasado.
Yo NO ELEGÍ SER MAESTRA, pero después de 42 años de ejercer esta profesión,
puedo asegurar que mi trabajo como docente me ha dado grandes satisfacciones.
He ejercido en todas las etapas de la enseñanza, desde infantil hasta adultos y
he desempeñado diversas funciones en los distintos centros docentes donde he
trabajado. El contacto con mi alumnado me enriquece y me estimula para seguir
en esta difícil tarea que es la educación.
Este relato fue publicado en el libro COMPARTIENDO MEMORIAS: 85 AÑOS DE MAGISTERIO EN CEUTA, publicado por la Facultad de Educación, Economía y Tecnología de Ceuta.
Doña Constanza, antigua profesora de La Escuela de Magisterio, profesora de música.
LAS AULAS DE
INMERSIÓN LINGÜÍSTICAS DE DIGMUN LLEGAN A SU FIN.
Este proyecto llegó a Digmun
después de que se debatiera en un pleno, la necesidad de atender a los menores
no acompañados del centro de la Esperanza, con una formación en español que les
permitiera adaptarse a un centro educativo y al país de acogida. Nos
propusieron una subvención para contratar al personal que impartiría estas
clases. Así surgió un nuevo convenio en el 2014 entre Digmun y la Consejería de
Asuntos Sociales.
Desde sus comienzos el programa
estuvo sujeto a numerosos percances, como presagio de lo que iba a ser su trayectoria.
Empezó teniendo numerosas carencias como la falta de espacio, mobiliario,
material y otras necesidades que se requería para su puesta en marcha. A
finales de diciembre del 2014 se contrataron a cuatro monitores para atender a
ocho grupos en dos turnos, con 15 alumnos aproximadamente por grupo.
El interés que han demostrado
estos alumnos por aprender el español y por desarrollar las múltiples
actividades que Digmun ha realizado con ellos, ha compensado considerablemente
los continuos avatares que hemos sufrido para cumplir con los objetivos
propuestos. En los últimos años, la situación ha empeorado considerablemente
por la carencia de espacio, ya que las aulas que se utilizaban se convirtieron
en habitaciones debido al aumento de chicos en los últimos años. Buscar
espacios fuera del centro, se convirtió en nuestra prioridad, ya que las clases
se impartían en el comedor, todos juntos, y como consecuencia, surgieron otros inconvenientes
añadidos.
Muchos son los chicos que se
alojan en el centro de la Esperanza y pocas son las instituciones que colaboran
para hacer más llevadera su estancia en nuestra ciudad y cubrir las necesidades
y demandas de este colectivo. Con nuestras clases diarias, con las actividades
complementarias y con las salidas externas que Digmun realiza con ellos, se
cubre gran parte de las horas que estos adolescentes pasan en el centro,
contribuyendo no sólo a su formación sino también a que se sientan más
realizados como jóvenes y como personas.
Por otra parte, en el último año,
nuestro trabajo se ha visto cuestionado, criticado y condenado por la formación
política de ultraderecha VOX , con representación en laAsamblea de la Ciudad Autónoma. Se ha
publicado en prensa, continuas amenazas de que nuestra subvención peligraba y
de que el proyecto con los menores quedaría fuera de los presupuestos. Las
críticas a las que nos han sometido no han conseguido disminuir nuestro
entusiasmo e interés para continuar con nuestra actividad diaria, tanto con
estos alumnos que demandan continuamente estas clases, como con el resto de los
usuarios que solicitan, día a día, nuestra atención.
El pasado 30 de noviembre se
aprobaron los presupuestos provisionales con el apoyo de PP, PSOE, Caballas y
los diputados no adscritos. A pesar, de las amenazas de Vox, la subvención de
Digmun quedó respaldada por estos partidos, con la misma cuantía de otros años
(105.000 euros) para hacer frente nuevamente a las Aulas de Inmersión, al
taller Alfaiguálate y al resto de las actuaciones que se llevan a cabo, por lo que
nuestros talleres podrían comenzar de nuevo el próximo 15 de enero, así se lo
comunicamos a los monitores y a los propios alumnos.
El 30 de diciembre coincidiendo con la
aprobación definitiva de los presupuestos, nos llevamos la sorpresa al revisar
el Bocce de la reducción en 50.000 euros de nuestra subvención, sin ningún
aviso previo por parte de la Consejería. Suponemos que esta información la
desconocían también el resto de partidos políticos que forman la Asamblea.
Fue el Director General de Asuntos
Sociales, don Manuel Sánchez, el que nos comunicó que el Proyecto de las Aulas
de Inmersión Lingüística (cuyo coste estimado son 50.000€) no puede ser
financiado por la C.A.S. vía subvención nominativa. La Jefa del Área de Menores
corroboró esta información y nos comunicó que este servicio educativo saldrá a
concurso, pudiendo optar a él cualquier institución local o nacional.
Como consecuencia de esta
decisión, nos han retirado parte de nuestra subvención ( 50.000 euros) que se
añade por decisión de la Consejería, al Área de Menores, para ampliar el
convenio con la Universidad de Málaga (pasando a 121.000€ según recogen los
presupuestos) para atender a los menores no acompañados que se encuentran en la
calle.
No entendemos como durante seis años la
Consejería de Asuntos Sociales subvencionó a Digmun la puesta en marcha de este
proyecto. Si no era lícito deberían haberlo sacado a concurso en los años
anteriores. En la entrevista que mantuvimos el pasado 12 de junio para
concretar el nuevo convenio con la anterior Directora General doña Malika Abdeselam
y con la Consejera doña Dunia Mohamed no se puso de manifiesto en ningún
momento esta información tan relevante.
.
Sacar a concurso esta subvención
nos parece una actuación adecuada pero la falta de información, de
transparencia y de coherencia, ha provocado graves consecuencias no sólo para
nuestra asociación, ya que se quedarán en paro cuatro monitores, sin previo
aviso, sino también para los menores no acompañados que se beneficiaban de este
proyecto. Habrá que esperar muchos meses hasta que se establezca el protocolo
necesario que requiere el sacar a concurso público esta subvención, mientras
tanto, 120 chicos del centro de la Esperanza se quedarán sin cobertura
educativa, sin actividades deportivas, lúdicas y complementarias, frustrando
así la ilusión con la que esperaban el comienzo del nuevo curso.
Lo importante no es quién cubrirá
las carencias educativas de estos chicos. Lo que realmente nos preocupa es el
tiempo que se tardará en ejecutar de nuevo este proyecto, iniciado por DIGMUN,
o que nunca vuelva a comenzar.
DIGMUN fue un proyecto que se
forjó después de mi experiencia educativa en Marruecos. Cuando volví a Ceuta,
en el verano del 2005, pensé que había que contribuir de alguna forma para
construir una sociedad más justa.Planteé
mi iniciativa con gran entusiasmo a un grupo de personas que creyeron en
ella.
A partir de ese
momento tuvimos muchas reuniones, en distintos lugares, para redactar los
estatutos, elegir el nombre de la asociación y, sobre todo, decidir cuál sería
el colectivo que íbamos a atender.No
fue difícil esta decisión puesto que en ese momento y en la actualidad siguen
siendo las mujeres, los niños y las niñas, los colectivos más desfavorecidos.
En diciembre del 2005 se inscribía DIGMUN en el registro
de asociaciones. Ladirectiva la formaban 11 mujeres de distintos ámbitos.
Yo fui elegida presidenta y sigo en ese cargo desde hace quince años. El
objetivo fundamental era dedicar parte de nuestro tiempo a trabajar
para dignificar la vida de las personas más vulnerables de nuestra ciudad.
El primer año
fue fundamental para detectar las primeras necesidades de las personas que se
acercaban a nuestra sede, y a partir de aquí, poner en marcha los primeros proyectos. Teniendo en cuenta que no contábamos con subvención alguna, ni con personal voluntario
ajeno a nosotras, todo el trabajo se llevaba a cabo desde la propia asociación
y con personas cercanas a nosotras mismas, fuera de nuestro horario de trabajo.
Hicimos una campaña de captación de socios/as para recaudar fondos y poder
pagar así el alquiler del local donde nos ubicamos, en el Paseo de las Palmeras.
Allí comenzamos a repartir las primeras ayudas humanitarias y a atender a los
primeros usuarios.
La existencia de una demanda por parte de muchas mujeres de una educación básica de
español y de alfabetización, desatendida por el rechazo de las instituciones locales para proporcionarla por no tener permiso de residencia ni otra documentación, nos
demostró la necesidad de este colectivo de recibir esa formación para poder salir de la
situación de precariedad laboral en la que se encontraba, de aquí que el
primer proyecto que llevamos a cabo fue el de Alfabetización de mujeres
fronterizas que no podían acceder a una educación formal en un centro público
de adultos, aunque muchas de ellas vivían o trabajaban en nuestra ciudad.
Ante la falta de personal voluntario para atender esta demanda,
solicitamos las primeras subvenciones, que nos llegaron del Centro Asesor de la
Mujer, para contratar una monitora y atender a 25 mujeres. Este fue el inicio
de lo que es en la actualidad el proyecto Alfaiguálate que atiende todos los
años a más de cien mujeres, quedando algunas de ellas en lista de espera por
falta de espacio y de recursos humanos. Sólo gracias a algunas subvenciones y a
la colaboración del IES Puertas del Campo y CCOO que nos cede sus aulas, es
posible llevar a cabo estos talleres para atender a este colectivo que trabaja
en el servicio doméstico en su mayoría, y hace posible que muchas familias de Ceuta puedan
conciliar su vida laboral y familiar.
Trabajar con estas mujeres nos acercó a otro grupo con necesidades del que
desconocíamos su existencia. Se trataba de los niños y las niñas, que al no estar
empadronados, no podían acceder a una educación reglada a pesar de vivir en
Ceuta. Empezamos a atenderles con personal del Plan de Empleo, y prácticos de
distintos ciclos formativos. Sólo gracias al interés y a la subvención de la
Fundación EDUCO, estos menores han podido recibir una educación más sólida y
formal que les ha permitido después escolarizarse en un centro público y
continuar con sus estudios en institutos, la universidad o acceder al mundo
laboral.
El fomento de la acogida temporal de menores ucranianos ha sido otra de las
actuaciones que Digmun ha llevado a cabo durante muchos años. Sensibilizar a
familias y subvencionar parte del viaje a estos menores de orfanatos
ucranianos, ha permitido que muchos niños y niñas en situación de riesgo
pudieran mejorar su salud y su afectividad, muy erosionada por el maltrato y por
el abandono familiar. Más de 30 menores han sido acogidos durante muchos años
por familias de Ceuta.
En el año 2014 nos llegó la propuesta por parte de la
Ciudad Autónoma de ampliar nuestro convenio con Asuntos Sociales, para atender
a los menores no acompañados, impartiendo español en los talleres de Inmersión
Lingüística. Desde entonces se imparten estos talleres con cuatro monitores,
atendiendo en dos turnos y en ocho grupos, a gran parte de los chicos que
residen en el Centro de la Esperanza. No sólo aprenden español, sino que también
realizan diversas actividades que complementan su formación para su futura
adaptación al país de acogida.
La Colaboración con el Centro Penitenciario se llevó a
cabo desde nuestros inicios con la realización del taller “Ser Mujer”, que se
imparte de forma voluntaria para que las internas puedan tener una formación
amplia en igualdad, y detectar así los casos de violencia de género y las
posibles discriminaciones que aparezcan en su vida o en un ambiente cercano. Por
estas actividades fuimos reconocidos con una placa el Día de la Merced por
parte del Director General del centro en el año 2009.
La puesta en marcha de estas actuaciones junto con el reparto de alimentos, ropa, medicinas…etc, la atención a muchas personas que se acercan
a nuestra sede para demandar información, acompañamiento, asesoramiento o
simplemente para ser escuchados por los múltiples problemas que presenta su vida
diaria; la realización de actividades para conmemorar el Día de la Infancia, de
la Mujer, de la Violencia de Género,Medio Ambiente o de la Paz, complementan el trabajo que Digmun realiza a
diario, COMPARTIENDO VIDA con todas aquellas personas que necesitan de otros
para ser un poco más felices.
DIGMUN ha ido creciendo a lo largo de los años, y el
trabajo ha aumentado considerablemente. Se han puesto en marcha nuevos
proyectos, se escucha y atiende a todos los usuarios que llegan a nuestra sede,
sin distinguir su lugar de procedencia, su raza, su sexo o su religión. Sin
embargo, los recursos materiales y humanos para atender estas nuevas
demandas no han aumentado, y esto unido a la gran crisis humanitaria que estamos
viviendo en la actualidad, junto con la ausencia de valores como la
solidaridad, la empatía, el respeto y la tolerancia, están dificultando cada día
más nuestro trabajo, produciendo un gran desánimo entre el personal implicado
en las actuaciones diarias del mismo.
La gratitud y la alegría de nuestros usuarios, junto con las personas y entidades que colaboran y apoyan nuestra labor, es nuestra mayor recompensa.
DIGMUN seguirá COMPARTIENDO VIDA a pesar de las adversidades.
domingo, 13 de diciembre de 2020
UN REPORTAJE CONMOVEDOR SOBRE LAS MUJERES EN
LA FRONTERA DE CEUTA.
El documental recoge el relato de vida de una mujer porteadora, Hanane que
se quedó viuda a la edad de 20 años. Madre de dos niñas, trabajó durante 15
años como mula (porteadora) transportando sobre su dolorida espalda
muchos kilos de mercancías,siguiendo
las huellas de su abuela que le abrió el
camino para trabajar como porteadora y comerciante también.
Hanane deseaba ofrecer una vida decente a sus hijas y cubrir los cuidados básicos y las necesidades
de subsistencia de su familia; para lograrlo, contra su voluntad, tuvo que aceptar
condiciones de trabajo inevitablemente deshumanizadoras. Un testimonio que nos
entrega a lo largo de este documental.
El relato de Hanane es el de muchas mujeres que pasan las fronteras, cada
unacon su historia: solteras, casadas,
divorciadas, madres solteras o viudas que, a pesar de sus condiciones
físicas delicadas o vulnerables, se resignany aceptan esas condiciones de trabajo
difíciles y humillantes.
Mujeres que tratan, no solo de no derrumbarse bajo el peso de la mercancía,
sino de no hacerlo tampoco bajo el peso de la vida.
Hanane describe el deterioro de las condiciones de trabajo en el paso del
tarajal, pasando de condiciones relativamente aceptables al principio en el 2006 a un deterioro permanente a lo largo de
los años, y que ha costado la vida a varias porteadoras, motivadas por la necesidad desesperada de mantener a sus familias. Mujeres que han perdido la vida arrolladas por sus compañeras en 2018 por empujones y
avalanchas atroces. Esto llevó al gobierno marroquí a cerrar el puesto
fronterizo de Tarball.
Hanane es la voz de centenares de mujeres que se han encontrado de un día
para otro sin ninguna fuente de ingresos y que solo tienen un sueño, elde un trabajo decente que contribuya a asegurar
una vida digna para ellas y para sus familias.
Este relato es una llamada a las autoridades marroquíes, con el fin de
acelerar la creación de una alternativa económica para estas mujeres que se han encontrado con un
grave problema para poder cubrir sus necesidades.
Todos nuestros agradecimientos van para la asociación Assaida Al Horra para
la ciudadanía y la igualdad de oportunidades por el interés que presta a este
tema.
25 DE NOVIEMBRE DÍA
INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO.
El número de mujeres asesinadas en lo que va de año asciende a 41, dejando a 23 menores huérfanos, según
cifras oficiales. Estas cifras dejan fuera a todas aquellas que murieron a manos
de hombres con las que no mantenían un vínculo sentimental. Resulta ridículo
negar, aunque algunos se empeñen en hacerlo, que existe una violencia específica hacia las
mujeres por el simple hecho de ser mujeres.
Todas las mujeres, sin distinción de edad, cultura, religión, formación o estatus social, pueden ser objeto de este tipo de violencia, simplemente, por el hecho de nacer mujer. Las mujeres migrantes no son ajenas a
esta realidad, es más, ellas son las que sufren mayores niveles de violencia en
nuestro país. Si nos detenemos a buscar respuestas al porqué de esta situación,
no podemos pasar por lo alto los numerosos factores que influyen en la extrema
vulnerabilidad de estas mujeres ante la violencia de género y sexual que sufren
en los países de acogida, como son las barreras lingüísticas, la dependencia
económica hacia su agresor y la falta de confianza en las instituciones
públicas.
El choque cultural es innegable. Provienen
en su mayoría de sociedades absolutamente ajenas a nuestra legislación y estado
de derecho, de países en los que se llega a justificar la violencia de género,
y de culturas donde la mujer no puede hablar, ni opinar y mucho menos oponerse a las
normas de su propia comunidad, alcanzando niveles de pobreza y analfabetismo
muy superiores a los de los hombres.
Esta es la realidad social y cultural de la que provienen, así que no es difícil
imaginar el desamparo e indefensión que sienten ante las nuevas situaciones de
violencia de género que sufren por parte de sus parejas en los países de
acogida, desamparo e indefensión a los que se suma el desconocimiento de sus
derechos y el temor a la propia Administración Pública. No podemos olvidar que en su
mayoría proceden de países carentes de libertad, donde esas instituciones
públicas son represivas, violentas y opresivas, lo que aumenta aún más en ellas
el miedo a denunciar las agresiones y situaciones vejatorias, y a iniciar por
tanto un proceso legal en el nuevo país en el que se han establecido.
Cuando
una mujer inmigrante sufre violencia de género por parte de su pareja,
habitualmente el marido, y ella está en situación irregular, difícilmente se
consigueconvencerla de efectuar la correspondiente denuncia contra su agresor. Puede más en ellas el miedo a
hacerse “visibles” ante las distintas instituciones públicas (Policía, Juzgado,
Inmigración), y que ello les suponga la incoación del correspondiente
expediente sancionador y la consiguiente expulsión del país, que el liberarse de su
pareja agresora denunciando los actos violentos y humillaciones sufridas.
Seguirá soportando por largo tiempo las agresiones y vejaciones antes que
arriesgarse a ser expulsada fuera del entorno familiar o verse obligada a volver a su país.
El
trabajo que DIGMUN realiza en el taller MUJER AVANZA para mujeres fronterizas está encaminado no sólo a educarlas en igualdad, sino también a empoderarlas,
para que sean capaces de salir de la situación de vulnerabilidad en que se
encuentran y fortalecer su autoestima en el caso de que sean maltratadas por
sus parejas. Ellas son las más indefensas, puesto que en su mayoría trabajan en el servicio doméstico o están en el paro, por lo que sus recursos económicos son muy escasos, son analfabetas y poseen un gran desconocimiento de la lengua española. Todo esto unido hace que difícilmente puedan salir de la espiral de la violencia.
Pretendemos que sean capaces de superar el miedo a denunciar, y
enseñarles a confiar en los recursos que tiene nuestra ciudad para protegerlas
en el caso de que sean víctimas de la violencia machista, para que puedan comenzar una nueva vida digna y en paz, lejos del maltratador.
Triste y trágicamente ausentes, pero no olvidadas, siempre en nuestro recuerdo.
En el año 2007 DIGMUN comenzó a impartir el
taller para menores sin escolarizar con personal voluntario y de prácticas.
Desde la fundación de la asociación en el 2005 hasta esta fecha, no se tenía
información de que en nuestra ciudad existía este colectivo sin cobertura educativa.
Esta información llegó de manos de una niña, Fanna que tenía entonces 7 años.
Su padre nos visitó para comunicarnos que a su hija no se le permitía la
escolarización por no estar empadronada, a pesar de que ellos vivían en Ceuta
desde hacía tres años y él trabajaba en el puerto captando compradores de
billetes de barco.
A partir de aquí se creó el taller que
DIGMUN imparte para estos menores que no están escolarizados, cubriendo en
parte, las necesidades educativas que presentan, independientemente de la
edad y el nivel previo que tengan. Este taller ha sido financiado durante muchos
años por la fundación EDUCO.
Fanna asistió a nuestros talleres durante
tres años, donde recibió un nivel adecuado que le permitió adaptarse a un
centro público donde fue escolarizada posteriormente. Tuvo la suerte del momento, ya que en ese tiempo los informes
educativos y sociales que se hacían del menor, demostrando su residencia
en nuestra ciudad y el arraigo que la familia tenía en Ceuta, con vivienda y
trabajo de uno de sus progenitores, eran suficiente para que el menor pudiera
ir a un centro educativo por derecho, en caso de no estar empadronado.
Fanna tuvo
suerte por varios motivos: por contar con una asociación que la pudo
atender cuando se encontró fuera del sistema educativo, porque pudo ser
escolarizada en un centro público, y por asistir a un colegio con
grandes profesionales que no tuvieron en cuenta ni su procedencia,
ni su situación administrativa, y sacó de ella todo lo mejor que tenía
para convertirla en una alumna brillante. Cuando terminó sus estudios de
primaria con notas muy destacadas, pasó a un centro de secundaria donde fue
galardonada por sus excelentes calificaciones, dotando de prestigio a su propio
centro.
Actualmente está estudiando enfermería en
Ceuta. El padre sigue echando muchas horas en el puerto de sol a sol para poder
pagarle a su hija esta carrera. Su familia ya está empadronada en nuestra
ciudad y su padre tiene contrato de trabajo por lo que el hermano pequeño pudo ser
matriculado, sin problemas, en un colegio público cuando cumplió los seis años.
Depender de la suerte del momento no es lícito,
sobre todo para un menor al que la ley ampara y le concede el derecho de
tener una educación y una sanidad pública por encima de los intereses políticos
de la ciudad.
Negarle el derecho a la educación a un menor es negarle un derecho fundamental recogido en Los Derechos de la Infancia, y es a la vez, negarle un futuro para que puedan ser adultos libres e independientes, es en definitiva, negarle a “ser personas dignas”.
DIGMUN sigue trabajando desde hace doce
años por defender los derechos de estos menores. Nunca las instituciones
locales de Ceuta han apoyado, valorado o reconocido el trabajo
realizado por nuestra asociación proporcionándole los recursos humanos necesarios
para atenderlos. A pesar de esto, gracias a la colaboración de otras entidades como la
Fundación Educo, el Centro Cultural Idrissis o CCOO, nuestros talleres pueden llevarse a cabo, y estos menores pueden beneficiarse, una vez escolarizados, de una educación reglada para obtener una titulación que les permita acreditar su formación.
Muchas son las actividades que anualmente
se organizan a favor de la Infancia desde Digmun con el fin de sensibilizar,
informar y reflexionar de la importancia de establecer unos sólidos pilares
educativos en los niños y niñas, para que contribuyan en un futuro a
formar parte de una sociedad más igualitaria y tolerante.
El club de lectura de la Biblioteca de Ceuta nos propuso que escribiéramos unos micro-relatos para leerlos posteriormente y adivinar el autor/a . También serviría de excusa para dialogar sobre los motivos de nuestra inspiración.
Escribí dos microrrelatos y estoy casi segura que casi todos los asistentes adivinaron que yo era la autora de los mismos por el tema que elegí, muy cercano a mi forma de ver la vida.
Surgió después la idea de asistir a un taller de escritura para aprender la técnica de esta creación literaria. Fue la escritora y profesora ceutí María Jesús Fuente, la que nos deleitó con su taller y nos dio algunas pautas para perfeccionar esas breves historias que queríamos contar
Esta fue mi pequeña historia que surgió después de tanta motivación
ACOMPAÑADA, SIN COMPAÑÍA
Descubrí por dónde sale el sol y por dónde se oculta, qué
habitaciones eran las más soleadas y aquellas que permanecían inalterables con
el paso de las horas. Los muebles adquirían un tono brillante cuando recibían los
primeros rayos, y se oscurecían al caer la tarde. Los ruidos de los pisos
vecinos se escuchaban a lo largo del día: el arrastrar de los muebles, el
taconeo de la vecina, el correr del agua de la cisterna , e incluso “ El Resistiré” que
sonaba en algunos balcones..
Disfruté del color
y del olor de las flores de la terraza, del revoloteo de algunos insectos que a
veces aparecían en la cocina, del aleteo de las palomas en la ventana, de todos
los cuadros que adornan mis paredes y que parecían olvidados y, sobre todo, de
los distintos tonos azules, verdes y grises que el mar y el cielo me regalaban
desde el amanecer hasta el anochecer.
El aplauso de las 8 me devolvía al mundo real. Comprendía
entonces, que cada percepción que entraba por mis sentidos se convertía en mi
nueva compañía.
En el verano del 2005 cuatro familias de Ceuta decidieron acoger a cuatro menores de orfanatos ucranianos.
La Asociación de Menores Ucranianos de Andalucía lanzaba una cuña radiofónica para captar a familias de acogida a menores procedentes de orfanato de Lungansk, ciudad ucraniana fronteriza con Rusia. Ese acogimiento formaba parte de un programa que se llamaba “Programa de saneamiento de menores ucranianos”. Esa audición llegó a mis oídos por casualidad y en ese momento desconocía lo que iba a influir en mi vida.
Tras oír la noticia llamé al número que publicitaban y me informaron que, en ese momento, aún no tenían familia de acogida tres niños y una niña. Acogí a la niña y busqué desesperadamenteentre mis conocidos a personas que recibieran en su hogar a los tres niños que aún faltaban por acoger. El 8 de junio de ese año estábamos padres y madres de acogida, esperando el avión que trasladaba a 80 menores a Andalucía y a cuatro a Ceuta para pasar los tres meses de verano.
A partir de aquí la Asociación Digmun se encargó de difundir, captar e informar a los interesados sobreesta campaña de acogimiento a menores. Estos niños y niñas vivían en orfanatos de Ucrania por diferentes motivos, bien por ser huérfanos, porque sus familias no tenían recursos para atenderlos o porque se desconocía su procedencia familiar. El equipaje que traían a sus espaldas era mínimo, una mochila con agua y un bocadillo, pero en su interior traían una maleta repleta de desamparo, sufrimientos y malos tratos. El reto que se presentaba a las familias para afrontar la convivencia y culminar con éxito el acogimiento, era realmente difícil debido a la situación de desconfianza que presentaban los menores y ante la dificultad de comunicarse con ellos. Esto fue el inicio de lo que fueron 13 años de llegada de estos menores a nuestra ciudad. Más de veinte menores se han beneficiado de estos acogimientos gracias a la generosidad de las familias ceutíes y otros, los que se quedaban en el orfanato,se beneficiaron también por la ayuda humanitaria que se enviaba allí a la vuelta de cada acogimiento.
Durante estos años, han sido muchas las familias ceutíes que han acogido a estos menores en su seno familiar durante los tres meses de verano y casi dos meses en navidad. La continuidad no ha sido la misma en todas las familias por varios motivos. Muchas veces estos niños eran adoptados una vez que volvían al orfanato por familias, sobre todo italianasy americanas, otras veces, la familia desistía del acogimiento ante las dificultades de adaptarse al menor y de los problemas que esto traía consigo, o por contratiempos de la propia familia,y, en raras ocasiones, también impedía el acogimiento el hecho de la aparición del padre o la madre a quienes se les había retirado la custodia y con el tiempo conseguían recuperarla.
Por algunos de estos motivos hubo familias que sólo tuvieron un acogimiento de uno o varios períodos, en cambio, para otras, la duración fue mucho mayor y duró todo el tiempo que el menor pasó en el orfanatohasta cumplir los 18 años, edad en la que pasaban a un piso tutelado.
La llegada de la crisis a España afectó notablemente los acogimientos y hubo un descenso importante, ya que los gastos que suponía el viaje, el mantenimiento yla ayuda posterior que se proporcionaba, no pudo ser soportada por muchas familias, a pesar de que Digmun subvencionaba parte de estos viajes con un convenio de la Consejería de Asuntos Sociales. A partir del 2012 se redujo el número de niños y niñas que venían a nuestra ciudad, pero no por ello las familias dejaron de tener contacto con ellos y prestarle su ayuda.
La mayor de todas estas niñas, por ser la primera en venir, ya tiene 26 años y es madre de tres niños; al igual que ella, algunas otras ya son madres también, ya que el modelo de mujer ucraniana dicta mucho de parecerse a la española, y lo normal es salir del orfanato y quedarse embarazada. Los que tenían familia en Ucrania, volvieron al seno familiar al cumplir la mayoría de edad, si conocían la procedencia de su familia genética. Muchos de ellos perdieron el contacto con Ceuta, bien por ser adoptados o porque el tiempo y el espacio diluyó esa relación. Otros fueron evacuadosa Odessa cuando estalló la guerra en el este de Ucrania cuando fue ocupada por los rusos, por lo que se supone que se establecieron en esa zona al salir del orfanato. Algunos de esos niños que permanecieron en Lugank se alistaron en el ejército ruso al cumplir la edad, pero no pudieron cruzar a Ucrania por ser considerados traidores al país. A pesar de todas estas circunstancias muchos de ellos mantienen el contacto con sus familias ceutíes y las siguen considerando parte muy importante de sus vidas. Actualmente tan sólo una niña continúa viniendo a Ceuta desde que tenía cinco años, y tiene en la actualidad 15. El hecho de su continuidad ha sido en parte a que su familia genética vive en Ucrania y mantiene contacto con ella y por otro lado, al tesón y a la constancia de la familia ceutí que no ha persistido año tras año en este acogimiento a pesar de las dificultades.
Los beneficios que estos acogimientos proporcionaron a estos menores fueronmúltiples. Mejoraron su salud física y emocional y volvían a Ucrania en mejores condiciones que cuando llegaron. En tan solo un verano recuperaban una parte de su retraso en el desarrollo físico, que solía ser de uno o dos años. En algunos casos resolvieron algunos problemas médicos no tratados en Ucrania, sobre todo de salud bucodental y visual. Pero además, y sobre todo en el caso de los que procedíande familias desestructuradas, encontraron una familia que les demostraba su cariño y que se preocupabapor ellos. Esto favoreció que mejorase su autoestima, y el hecho deque aun después de irse la familia de acogida siguieraen contacto con ellos demostrándole su cariño y preocupación, les hacía sentir que no estaban solos. Aprendieron así también a confiar en la familia como base de cariño, de apoyo y de cuidados.
De lo queno hay dudaes de que estos menores que ya son jóvenes de más de 18 años, estén donde estén,nunca olvidarán el tiempo que disfrutaron en nuestra ciudad, el cariño que recibieron de sus familias,el bienestar que les proporcionaron y, sobre todo,la seguridad de saber que, en esos momentos, había alguien que se preocupaba y ocupaba de ellos, aunque fuera en la distancia. Ellos recibieron mucho, pero las familias de Ceuta recibimos mucho más de ellos.