XV ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DE DIGMUN.
DIGMUN fue un proyecto que se
forjó después de mi experiencia educativa en Marruecos. Cuando volví a Ceuta,
en el verano del 2005, pensé que había que contribuir de alguna forma para
construir una sociedad más justa. Planteé
mi iniciativa con gran entusiasmo a un grupo de personas que creyeron en
ella.
A partir de ese
momento tuvimos muchas reuniones, en distintos lugares, para redactar los
estatutos, elegir el nombre de la asociación y, sobre todo, decidir cuál sería
el colectivo que íbamos a atender. No
fue difícil esta decisión puesto que en ese momento y en la actualidad siguen
siendo las mujeres, los niños y las niñas, los colectivos más desfavorecidos.
En diciembre del 2005 se inscribía DIGMUN en el registro
de asociaciones. La directiva la formaban 11 mujeres de distintos ámbitos.
Yo fui elegida presidenta y sigo en ese cargo desde hace quince años. El
objetivo fundamental era dedicar parte de nuestro tiempo a trabajar
para dignificar la vida de las personas más vulnerables de nuestra ciudad.
El primer año
fue fundamental para detectar las primeras necesidades de las personas que se
acercaban a nuestra sede, y a partir de aquí, poner en marcha los primeros proyectos. Teniendo en cuenta que no contábamos con subvención alguna, ni con personal voluntario
ajeno a nosotras, todo el trabajo se llevaba a cabo desde la propia asociación
y con personas cercanas a nosotras mismas, fuera de nuestro horario de trabajo.
Hicimos una campaña de captación de socios/as para recaudar fondos y poder
pagar así el alquiler del local donde nos ubicamos, en el Paseo de las Palmeras.
Allí comenzamos a repartir las primeras ayudas humanitarias y a atender a los
primeros usuarios.
La existencia de una demanda por parte de muchas mujeres de una educación básica de español y de alfabetización, desatendida por el rechazo de las instituciones locales para proporcionarla por no tener permiso de residencia ni otra documentación, nos demostró la necesidad de este colectivo de recibir esa formación para poder salir de la situación de precariedad laboral en la que se encontraba, de aquí que el primer proyecto que llevamos a cabo fue el de Alfabetización de mujeres fronterizas que no podían acceder a una educación formal en un centro público de adultos, aunque muchas de ellas vivían o trabajaban en nuestra ciudad.
Ante la falta de personal voluntario para atender esta demanda,
solicitamos las primeras subvenciones, que nos llegaron del Centro Asesor de la
Mujer, para contratar una monitora y atender a 25 mujeres. Este fue el inicio
de lo que es en la actualidad el proyecto Alfaiguálate que atiende todos los
años a más de cien mujeres, quedando algunas de ellas en lista de espera por
falta de espacio y de recursos humanos. Sólo gracias a algunas subvenciones y a
la colaboración del IES Puertas del Campo y CCOO que nos cede sus aulas, es
posible llevar a cabo estos talleres para atender a este colectivo que trabaja
en el servicio doméstico en su mayoría, y hace posible que muchas familias de Ceuta puedan
conciliar su vida laboral y familiar.
Trabajar con estas mujeres nos acercó a otro grupo con necesidades del que
desconocíamos su existencia. Se trataba de los niños y las niñas, que al no estar
empadronados, no podían acceder a una educación reglada a pesar de vivir en
Ceuta. Empezamos a atenderles con personal del Plan de Empleo, y prácticos de
distintos ciclos formativos. Sólo gracias al interés y a la subvención de la
Fundación EDUCO, estos menores han podido recibir una educación más sólida y
formal que les ha permitido después escolarizarse en un centro público y
continuar con sus estudios en institutos, la universidad o acceder al mundo
laboral.
El fomento de la acogida temporal de menores ucranianos ha sido otra de las
actuaciones que Digmun ha llevado a cabo durante muchos años. Sensibilizar a
familias y subvencionar parte del viaje a estos menores de orfanatos
ucranianos, ha permitido que muchos niños y niñas en situación de riesgo
pudieran mejorar su salud y su afectividad, muy erosionada por el maltrato y por
el abandono familiar. Más de 30 menores han sido acogidos durante muchos años
por familias de Ceuta.
En el año 2014 nos llegó la propuesta por parte de la
Ciudad Autónoma de ampliar nuestro convenio con Asuntos Sociales, para atender
a los menores no acompañados, impartiendo español en los talleres de Inmersión
Lingüística. Desde entonces se imparten estos talleres con cuatro monitores,
atendiendo en dos turnos y en ocho grupos, a gran parte de los chicos que
residen en el Centro de la Esperanza. No sólo aprenden español, sino que también
realizan diversas actividades que complementan su formación para su futura
adaptación al país de acogida.
La Colaboración con el Centro Penitenciario se llevó a
cabo desde nuestros inicios con la realización del taller “Ser Mujer”, que se
imparte de forma voluntaria para que las internas puedan tener una formación
amplia en igualdad, y detectar así los casos de violencia de género y las
posibles discriminaciones que aparezcan en su vida o en un ambiente cercano. Por
estas actividades fuimos reconocidos con una placa el Día de la Merced por
parte del Director General del centro en el año 2009.
La puesta en marcha de estas actuaciones junto con el reparto de alimentos, ropa, medicinas…etc, la atención a muchas personas que se acercan
a nuestra sede para demandar información, acompañamiento, asesoramiento o
simplemente para ser escuchados por los múltiples problemas que presenta su vida
diaria; la realización de actividades para conmemorar el Día de la Infancia, de
la Mujer, de la Violencia de Género,
Medio Ambiente o de la Paz, complementan el trabajo que Digmun realiza a
diario, COMPARTIENDO VIDA con todas aquellas personas que necesitan de otros
para ser un poco más felices.
DIGMUN ha ido creciendo a lo largo de los años, y el
trabajo ha aumentado considerablemente. Se han puesto en marcha nuevos
proyectos, se escucha y atiende a todos los usuarios que llegan a nuestra sede,
sin distinguir su lugar de procedencia, su raza, su sexo o su religión. Sin
embargo, los recursos materiales y humanos para atender estas nuevas
demandas no han aumentado, y esto unido a la gran crisis humanitaria que estamos
viviendo en la actualidad, junto con la ausencia de valores como la
solidaridad, la empatía, el respeto y la tolerancia, están dificultando cada día
más nuestro trabajo, produciendo un gran desánimo entre el personal implicado
en las actuaciones diarias del mismo.
La gratitud y la alegría de nuestros usuarios, junto con las personas y entidades que colaboran y apoyan nuestra labor, es nuestra mayor recompensa.
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