Este artículo se publicó en el año 1997 en una revista
para conmemorar el 25 aniversario de la fundación del colegio Valme Coronada en
Dos Hermanas ( Sevilla). El que era entonces director del centro y gran amigo,
Pedro Romero, me escribió para darme la gran noticia que contaba con mi
colaboración. Siempre le agradeceré que me diera la oportunidad de expresar públicamente,
lo importante que fue para mí, ese " Mi primer destino."
MI PRIMER DESTINO
A pesar de los años transcurridos, a pesar del alumnado
que he tenido, y a pesar de los amigos que he dejado; jamás podré olvidar mis
años de docencia en el colegio Valme Coronada en Dos Hermanas. Esos años han
dejado en mi vida profesional y personal una huella tan profunda e imborrable
que me hicieron sentir la verdadera pasión por la profesión que aún mantengo.
Descubrí, a partir de aquí, que ésta es mi gran vocación.
Siempre
recordaré con verdadera añoranza mi llegada a Dos Hermanas. Era el mes de
julio, acababa de aprobar las oposiciones y me habían dado mi primer destino . Hacía 40 grados a la sombra y el aire olía intensamente a aceite, olor
que me sigue transportando, sin quererlo, a esa época pasada. Tenía 21 años y estaba
llena de ilusiones, de proyectos y de ansias de conocer, de vivir y de
aprender. Desde el mismo momento en que Paco Reina (Don Francisco) me recibió
en su casa con los brazos abiertos, no como director del centro, sino como un
amigo, supe que comenzaba una nueva etapa en mi vida.
(jubilación de Paco Reina, director del centro)
La calurosa
acogida de Paco Reina fue el precedente de las afectuosas acogidas que vinieron
después. El pueblo me envolvió en una grandiosa hospitalidad y el colegio me
abrió de par en par sus puertas para ofrecerme lo mejor de él: la dulzura y el
cariño incomparable del alumnado, la entrañable bienvenida de padres y madres y
la sincera amistad del profesorado. Amistad que, con el paso del tiempo, aún
perdura y permanece en mi mente como recuerdo de los ocho años que pasé en ese
centro.
Este colegio ha supuesto para mí, la ilusión, la amistad,
la diversión, el cariño, y sobre todo, la realización plena como profesional de la
enseñanza. Jamás olvidaré las vivencias que tuve como maestra en aquel lugar,
ni el calor que recibí de su gente.
GRACIAS DOS HERMANAS, GRACIAS VALME CORONADA.
(Abril 1997)