La educación es la única arma para combatir las injusticias, las desigualdades y la discriminación

lunes, 23 de mayo de 2022

SÉ QUE ME VOY A ARREPENTIR





Tras el conflicto entre Ucrania y Rusia, que ha desencadenado  una sangrienta guerra, donde mueren muchos civiles a diario, he rescatado este relato que escribí en el 2018 y que hace referencia a una niña ucraniana de acogida y sus vivencias en Ceuta. Esta niña, hoy adulta , ha vuelto a la ciudad que la acogió durante más de diez años. Ha huido  de su país para salvar su vida y la de sus hijos.

1. LA LLEGADA.

Al bajarse del autobús miró a todas las madres que esperaban la llegada de los menores ucranianos y ella supo al instante cuál sería su madre de acogida. Eso fue lo que  contó Tania a su madre a los pocos meses  de su llegada a Ceuta.

   Tania tenía nueve años  y  en navidad  del 2005  llegó a Ceuta, procedente de un orfanato ucraniano.  El verano anterior fue acogida por una pareja que no pudo controlarla  debido a su fuerte carácter  y a todos los trastornos emocionales que traía como consecuencia de la falta de afecto, y a los maltratos recibidos en su corta vida.

 Tras ser rechazada por esta familia se la asignaron a otra  de Ceuta, que por el contrario, le  habían adoptado  a la niña que acogieron el verano anterior.  Esa fue la reflexión  que hizo Tania al ver a su nueva madre  en la estación de autobuses de Algeciras.

En esa navidad, ya puso de manifiesto  en varias ocasiones, su verdadero carácter. Se mostraba con frecuencia poco afable, lejana, desconfiada  y cuestionaba cualquiera de las normas que se le imponía sin importarle en absoluto si luego habría sanción por ello.

Demostró enseguida el por qué la familia anterior había rechazado un nuevo acogimiento para ella. Habría que tener mucha paciencia, tiempo  y cariño para llevar a cabo con éxito las metas que se pretendían con tener a una niña ucraniana de acogida.

Esa  navidad pasó demasiado pronto, pero el suficiente para saber que el tiempo que durase la estancia de Tania en esa familia iba a ser difícil. Era caprichosa, rebelde  y demasiado huraña. En ocasiones cuando su madre se acercaba para besarla por las noches, antes de irse a dormir, sin pudor ninguno, se refregaba la cara en su presencia, para quitarse el beso. Pasaba el día mirando la televisión, que junto con dormir y comer pasaron  a  ser  sus aficiones  favoritas.

El verano se convirtió en la estación preferida de Tania, y el tiempo sin darse cuenta dejó su huella en ella. Cada vez que llegaba en el mes de junio, su cuerpo había experimentado un cambio profundo, sus pechos se redondearon, la cintura se marcó, y aunque era bajita, llamaba la atención por el azul clarísimo de sus ojos  y por su rubia melena. Aunque seguía siendo distante y poco cariñosa, sí que fue cambiando poco a poco al convivir en un ambiente seguro, confortable y repleto de afecto. Ya no se limpiaba los besos, al contrario, los demandada por la noche antes de irse a dormir y con ese acento  mezcla entre andaluz y ucraniano le decía a su madre.

-¿Y el beso qué…?

 La afectividad también es educable y  cuando  una niña  pasa tres meses al año en un ambiente familiar donde existen manifestaciones de cariño, termina imitándolas sin darse cuenta, y ese fue uno de los objetivos conseguidos.

 A los trece años, Tania era ya en verano la reina de la playa Benítez. Había desarrollado y con el sol, su piel adquiría un bronceado suave, sus ojos se tornaban de un azul más intenso y el pelo se doraba aún más. Teniendo en cuenta que esta playa acoge gran parte de pandillas de chicos y chicas que bajan por la tarde de la barriada de los Rosales, ella descubrió que su imagen contrastaba considerablemente con el color  moreno y el  pelo negro de toda esta chiquillería, convirtiéndose entonces en el punto de mira de todos ellos.  Cuando se le preguntaba quiénes eran sus amigos, siempre respondía  diciendo.

-A mí me gustan morenos, ojos negros…yo ya cansada rubios, ojos azules.

Entres baños y paseos por la playa fue como Tania descubrió su primer amor. Se llamaba Omar, estudiaba en el colegio Santa Amelia y era asiduo de la Playa Benítez.

Omar se encandiló con ella, no dejaba de llamar al porterillo de su casa y por las tardes la buscaba desesperadamente entre el gentío de la playa, hasta divisar su bikini turquesa que junto con su melena destacaban como un foco de luz ante sus ojos. Ella lo manejaba a su antojo y jugaba a darle celos con el resto de la pandilla que se le acercaba.

A veces Tania no iba a la playa porque estaba castigada. Su madre se proponía todos los veranos que ella recibiera clases de lengua y matemáticas porque su nivel educativo era tan bajo en estas áreas que apenas superaba los niveles de segundo de primaria. El empeño de la madre traía  como consecuencia enormes conflictos  entre ambas, verano tras verano. Ella cuando se hartaba de dicha insistencia revoloteaba los cuadernos por el suelo y gritaba, unas veces en ucraniano para que no la entendiera nadie, y otras en español. 

-yo ya harta de escribir, matemáticas ucraínas no como de España.

Al final terminaba sin playa y Omar se marchaba cabizbajo sabiendo que ya la había vuelto a montar. El idilio con Omar terminó al finalizar el verano y con la vuelta  de Tania a Ucrania. Ella no volvió a interesarse más por esa relación, pero en él tuvo que dejar una profunda huella porque aún al cabo de los diez años sigue preguntando por ella.

 

2. LA ADOLESCENCIA.

El resto de los veranos no fueron muy distintos a los anteriores. Lo que sí manifestó de nuevo, fue un enorme interés por el sexo contrario, no se sabe si porque las hormonas  estaban a flor de piel o porque su autoestima se elevaba al llegar a Ceuta, al sentirse tan admirada  por su exótica belleza. Así que cada verano tenía una historia amorosa, y ya dejaron de gustarle los morenos de ojos negros y cambió su  gusto por los que vivían en la Calle Real. Los conflictos de agravaron a medida que fue creciendo y sobre todo cuando llegaba la feria de Ceuta.

La feria se convirtió en una verdadera pesadilla. A Tania le encantaba la feria. Le gustaba vestirse de gitana,  montarse en los cacharros,  ir a la ofrenda de flores …pero  lo que más le gustaba de todo, era salir con sus amigas. Al llegar la tarde empezaba el proceso de restauración y  entonces se acicalaba al estilo ucraniano: uñas pintadas  con decoraciones multicolor , zapatos de alto tacón, melena lacia al viento, vestido corto  palabra de honor y pintura a toda brocha en ojos, mejillas y labios. Cuando terminaba todo ese proceso  y su madre la veía salir, empezaban las discusiones  y la feria se hacía interminable. Los conflictos empezaban con negociar la hora de vuelta a casa y terminaban porque su madre quería conocer con quién y a dónde iba a estar. Ella siempre respondía diciendo.

-Yo ya 14 años  y en Ucraína las niñas vuelven cuando quieren.

Al final, terminaba castigada sin feria porque  se había saltado  a la torera todos los horarios y demás normas negociadas. En los últimos años, su madre procuraba hacer un viaje en esas fechas y así se evitaba los conflictos que acarreaba las noches de feria en Ceuta.

A medida que fue pasando el tiempo, Tania se fue acostumbrando a su entorno familiar y a sus nuevas forma de vida de España. Mejoró su salud, su formación, hablaba español correctamente,  se mostraba más cariñosa y amable con todos, pero su carácter conservó siempre un tono de desconfianza y de rebeldía, manteniéndose siempre a la defensiva, como si se protegiese de un posible daño futuro, sin saber que ese daño le vendría de nuevo precisamente del mismo lugar que la maltrató en la infancia.

Cuando llegaba la fecha próxima  a la marcha,  la cara se le descomponía  y comenzaban otra vez las discusiones sobre lo que había que comprar, regalar o llevarse en la bolsa para el orfanato. En una ocasión, cuando estaba próxima la fecha de volver , le pregunto a su madre con cierta curiosidad.

¿Si me parto una pierna y me escayolan, no me puedo ir, verdad?

Su madre ante esa descabellada sugerencia, le respondió que se iría con escayola y todo, porque si no tendrían un conflicto internacional, así quedó zanjada esa cuestión para el resto de los viajes por si se le ocurría hacer cualquier barbaridad.

 El equipaje de Tania consistía en una bolsa grande que se llenaba de ropa, material escolar y todo tipo de enseres que se iban a repartir al orfanato para los niños y niñas que no habían tenido la suerte de venir a España. Ella, en un principio se hacia otra bolsa más pequeña para meter sus propias pertenencias que eran para uso propio y para regalar tanto a profesoras, amigas, novios ucranianos…etc. Los últimos veranos su maleta llegó a ser mucho más grande que el bolso para el orfanato porque  allí ya llevaba todo su vestuario invierno-otoño-primavera  y todo tipo de cosmética: compresas, esmalte de uñas, laca, crema de cuerpo, suavizante, champú, horquillas, pasadores, felpas, pinturas varias…etc ,  y alimentos no consumidos en su país: jamón, chorizo, volaores , chocolate Maruja, pipas Tijuanas, chupa chups Kojat, pepinillos en vinagre, aceitunas…etc. Nunca supo su madre como era capaz de trasladar todo ese equipaje desde Ceuta a Ucrania cuando ella apenas medía un metro cincuenta , pesaba cuarenta y ocho kilos,  y tardaba casi dos días en llegar a su destino.

 Ella, con todo su equipaje  llegaba  al final del trayecto, pero muchas de las cosas que llevaba de valor o eran robadas por otros niños, o eran requisadas por las monitoras para  su propio uso y disfrute. Al final se quedaba con lo que la directora decidía y ella en un mar de lágrimas llamaba a su madre para decirle entre sollozos:

-profesoras ucraínas se lo llevan todo, sólo me dejan pepinillos en vinagre

Tania no era la única niña que venía a Ceuta con una familia de acogida, pero sí fue la primera y la mayor de todas. Al pasar los años, su español mejoró notablemente y aunque conservaba algo de acento extranjero, apenas se le notaba su procedencia ucraniana cuando se comunicaba con su entorno.  Por ese motivo,  cuando cada verano llegaba los niños nuevos  de acogida a  Ceuta, las familias se ponían en contacto con ella para que hiciera de intérprete, ya que muchas veces resultaba muy difícil la comunicación y el entendimiento entre el menor y la familia, generando conflictos y problemas de adaptación. Cada vez que alguien llamaba por teléfono para requerir su ayuda, ella con cara de disgusto protestaba diciendo:

-Niños ucranianos muy pesados, siempre llorando…a mí nadie me traducía nada

La solidaridad no era precisamente una cualidad en Tania, a pesar de haberla vivido en el seno de su familia de acogida y su bienestar era producto de esa solidaridad,  ella no la practicaba con los demás. No se sabe si  cuando ya se olvidan  las situaciones de precariedad en la que se vive con  anterioridad  y se disfruta  de nuevos privilegios, el pensar en los demás no forma parte de los intereses de nadie y eso fue lo   que le pasó a Tania.

El tiempo transcurrió muy deprisa y nunca pensó la madre de Tania que verano tras verano, y navidad tras navidad ella formaría parte de su vida  durante más de diez años.

Antes de cumplir los dieciocho años   hablaban muy a menudo de todo lo que se iba a encontrar en el mundo exterior cuando saliera del orfanato y la fue preparando para que su adaptación a ese nuevo entorno no fuera demasiado brusco y no sufriera las consecuencias del mismo.

 En Ucrania,   una vez que los menores cumplen dieciocho años en el orfanato, el gobierno los traslada a pisos tutelados y pueden seguir estudiando una formación profesional y gozan de libertad absoluta para salir y entrar a su antojo. Las condiciones del piso, de la comida, ropa, libros… son bastante precarias y deplorables. Muchos de ellos dejan de estudiar y se meten en el mundo de las drogas, del alcohol y las chicas de la prostitución o se quedan embarazadas.

El verano antes de ser mayor de edad ,su familia le regaló todo lo necesario para su graduación y además la preparó para que su vida al salir del orfanato fuera lo más agradable posible, dándole todos los consejos necesarios para que el paso a la madurez diera sus frutos y obtuviera una titulación que le permitiera vivir de forma independiente y con un cierto estado de bienestar en su propio país. El volver de nuevo a Ceuta resultaba  muy complicado al tener ya dieciocho años y no vivir en un orfanato, puesto que los programas de acogimiento sólo se pueden llevar a cabo con menores en situaciones de riesgo o exclusión social.

 

3 .LA LIBERTAD.

Nada de lo que se le aconsejó durante tanto tiempo dio sus  frutos. Lo primero que hizo Tania al dejar el orfanato fue echarse un novio y abandonar el piso para  vivir con él y su familia, por lo que perdió el derecho a recibir la paga de orfandad y  a residir en el piso de acogida. Después de ocho meses de convivencia comprobó que era utilizada por la familia del novio para trabajar en el campo, limpiar  la casa y realizar diversas tareas domésticas.Cansada de ser explotada, abandonó el piso y se marchó de allí, encontrándose en la calle , sin tener lugar donde vivir. La situación aún empeoró cuando se enteró de que estaba embarazada y su novio no quería saber nada de su bebé. Al haber abandonado el piso de acogida , se encontró en la calle y sin tener a donde  ir. Este fue el inicio de una serie de desdichas  que le tocaría vivir en los años futuros.

Nuevamente con la ayuda de su familia  se instaló en un piso a la espera de que naciera la niña. Fue en ese momento cuando estalló la guerra de Ucrania en la ciudad de  Donestk y en Lugansk, siendo ésta última la ciudad donde ella vivía.

Los continuos bombardeos dejaron a la población de las zonas en conflicto con un acceso limitado a agua, alimentos y otras necesidades básicas. Los edificios y carreteras estuvieron gravemente dañados y los enfrentamientos  dificultaban el envío de ayuda humanitaria a los numerosos civiles que estaban  atrapados en esa zona. La escasez de artículos de primera necesidad, como comida, combustible y medicinas, provocó un aumento de los precios de los suministros disponibles. Así eran las condiciones de vida en la que se encontraba Tania. Este conflicto  tuvo grandes consecuencias para los habitantes .Muchos de ellos fueron encarcelados por rebeldes, otros huyeron a Rusia , otros pudieron pasar a la zona ucraniana como refugiados y  la mayoría aún permanece en ambas ciudades soportando las consecuencias de un conflicto que sigue teniendo a su población en situaciones de pobreza y desprotección.

Entre bombardeos, destrucciones de edificios, falta de alimentos, deficiencias sanitarias, miedos, temores e inseguridades, transcurrió el embarazo de Tania y antes de la fecha prevista nació su hija María,  mezclándose su llanto con el sonido de los disparos  y de las bombas del exterior. Tener diecinueve años y el vivir en una ciudad en guerra y no tener recursos ni familia a tu alrededor, no facilita el criar y mantener a un bebé recién nacido. Ese sería el planteamiento que se hizo Tania al salir del hospital donde tuvo  que llevar no sólo las sábanas y las toallas para ser atendida, si no también toda la medicación y enseres necesarios para un parto.

Al llegar a su casa donde le esperaban apenas treinta metros de apartamento con tan sólo lo necesario para poder sobrevivir , pidió en estado de desesperación  volver a Ceuta. Salir de Lugansk no era fácil, los medios de transportes estaban la mayoría de las veces controlados y los trenes apenas hacían el trayecto a Kiev, donde se suponía que tendría que salir con destino a Madrid. Si conseguía llegar hasta la capital ucraniana su evacuación del país ya sería cuestión de dinero y de tiempo. Un día festivo, al mes de nacer  su hija, consiguió coger un tren y  salir del infierno de la guerra.  Después de más de doce horas de viaje llegó a Kiev donde la esperaban una facilitadora y un apartamento para vivir en él hasta que se pudiera obtener todos los permisos necesarios para su salida del país.

4.-LA HUIDA.

Un mes duró la estancia de Tania y su hija en Kiev. Mientras ella subsistía en la capital ucraniana , la facilitadora iba solicitando toda la documentación necesaria para salir del país .Con dinero y por medio de sobornos se consiguió el visado. Al parecer la única forma de agilizar y conseguir salir de allí era a través de un visado griego, que según la facilitadora era el único permitido para la evacuación de aquellas personas que huían desesperadas ante esa situación de conflicto.

 Una vez conseguido el visado, haber hecho el ingreso de dinero requerido en una cuenta bancaria, tener el billete de avión cerrado y poseer  todos y cada uno de los documentos exigidos por el gobierno y la policía ucraniana, Tania se dirigió al aeropuerto dispuesta a coger el vuelo hacia Madrid, el día y la hora fijada.En el instante de embarcar y mostrar el visado que llevaba, la policía le impidió el vuelo y le informó que con ese visado sólo podría viajar a Grecia y no a Madrid. La situación de desamparo, de desesperación y de impotencia ante la negativa de no   poder viajar hasta España , después del esfuerzo, el dinero y el tiempo invertido en esa proeza, inundó a Tania que entre grandes sollozos y el alma destrozada llamó a su madre para informarle de la situación que estaba viviendo en ese momento. Muchas fueron las llamadas de teléfono y las gestiones que se hicieron para conseguir sacar a Tania y a su hija de ese aeropuerto, y aunque perdió el vuelo previsto, se consiguió sacarlas de allí a través de otro vuelo rumbo a Suiza con enlace a Madrid, ya que este país tiene un acuerdo por el que  puede circular libremente,  toda persona que haya entrado regularmente por una frontera exterior o resida en uno de los países que aplican el acuerdo .Ante este gran contratiempo, la facilitadora expresó de forma clara su opinión.

-Eso se hubiera arreglado mucho mejor dándole dinero a la policía del aeropuerto.

Ese mismo día, a las doce de la noche llegaron ambas a Barajas y allí durmieron para salir al día siguiente en tren hacia Málaga y partir luego hacia Ceuta.

Tres meses tenía tan sólo  María y ya había sido testigo de innumerables situaciones de conflictos  antes de establecerse en Ceuta con su madre. Por ese motivo, su llegada a nuestra ciudad le proporcionó una paz y tranquilidad que se vio reflejada al poco tiempo en sus inmensos ojos azules  y en su escaso pelo rubio que adquirieron más fuerza y viveza a medida que fueron pasando los días. El tiempo fue transcurriendo  y Tania se dedicaba a amamantar y cuidar a su hija, siendo ésta la única misión que llevaba a cabo a diario. Su madre , mientras tanto, se informaba y gestionaba toda la documentación necesaria para legalizar su situación en España como refugiada por conflicto bélico.

Los días fueron pasando y aunque ambas gozaban de una placentera vida, rodeadas de cariño, seguridad, buena alimentación y un lugar apacible donde vivir ,  no por ello, Tania dejaba de hablar de su país, y se pasaba el día conectada al teléfono en contacto , según ella , de sus amigos ucranianos. Habían pasado ya más de tres meses y casi toda la documentación para legalizar su situación estaba ya entregada y sólo a la espera de recibir el informe de conformidad o denegación del permiso  de residencia temporal.

Tania seguía conectada cada vez más al teléfono y su estado de ánimo iba cambiando con más frecuencia cada vez que iban pasando los días. Una tarde , después de darle de mamar  a su hija, le dijo a su madre que quería volver a Ucrania, y le confesó que allí la esperaba su marido, con el que se había casado poco antes de huir de allí, y que había reconocido a su hija, al no ser el padre de ella.

 

 

 

5. HACIA LOS BRAZOS DEL AMOR.

Muchos fueron los intentos que se hicieron para convencer a Tania de lo descabellado que era volver a una ciudad que continuaba en guerra y que sus habitantes luchaban por sobrevivir y más aún con un bebé que apenas tenía seis meses y con un padre postizo que no se sabía a qué se dedicaba y cómo las iba a tratar. Día tras día, toda su familia le hablaba de todo el riesgo que traería el volver a Ucrania y de todo lo que perdería en el camino. Ella de forma muy convincente añadía.

-Allí está mi marido y allí es donde debo estar.

En ningún momento se planteó que fuera él quien se desplazara con el tiempo a España para que todos tuvieran una vida mejor, mientras ella legalizaba su situación y la de su hija.

En Ucrania la mujer es considerada ,en muchos casos,  como objeto de exhibición. Manifiestan un excesivo cuidado de su imagen para agradar y atraer al sexo contrario, a pesar de que el país tiene un nivel extremadamente alto de educación, este factor no incide en luchar por la igualdad de sexos. La legislación de Ucrania, puede parecer que la igualdad de los derechos de las mujeres y los hombres está garantizada en todos los niveles, sin embargo, es una falsa impresión, porque muchas leyes existen sólo en papeles, ya que carecen de medios para llevarla a la práctica. En el orfanato de Tania se celebraba como un gran acontecimiento el día Internacional de la mujer, por lo que se deduce que había una gran concienciación sobre este tema, sin embargo ,ella tuvo claro que el papel de la mujer debía ser el de madre y el de esposa mantenida, no se planteó la opción de los modelos de mujer independiente con los que convivió durante diez años en España.

Es difícil de entender cómo se puede tomar una decisión como esa, cuando vives en una ciudad repleta de inmigrantes y que luchan día a día por tener una vida mejor, aún a riesgo de perder su vida en el camino, dejando en su país a su familia, sus amigos y sus verdaderas raíces. Todo esto lo conocía Tania, pero de nada le sirvió esa información. Ella sabía todo lo que iba a perder si se iba, y cuál iba a ser el futuro de su hija. Sabía que sería una ida sin retorno , pero nada de lo que ella sabía tuvo la suficiente fuerza para desistir en su empeño y decidió volver, no se sabe si ante la presión de su enamorado  o ante tanto amor como ella le profesaba.

-Sé que me voy a arrepentir, pero esta es mi decisión. Esas fueron las últimas palabras que pronunció Tania antes de partir

  Volvió a los brazos del amor. Volvió a un país repleto de sufrimientos, un país corrupto, en guerra y donde los derechos humanos están muy lejos de ser una realidad. Cambió un futuro seguro para ella y su hija, por un futuro sin familia, sin casa , sin trabajo, sin cobertura sanitaria, sin servicios sociales, un país en conflictos, pero eso sí, según ella, el país donde estaba el hombre  que la iba a proteger , el marido que la iba a compensar de todas estas carencias y que hacía apenas cuatro meses que conocía.

 

6.- EL DESAMOR.

El marido de Tania había salido huyendo ante la situación de desamparo  en la que se encontraba su ciudad, Lugansk,  tras convertirse en una república independiente.

 La mayor parte del territorio controlado por la República Popular de Donetsk, está en Ucrania como territorios de Donetsk y Lugansk con régimen especial de autogobierno local .La mayor parte del territorio declarado  está controlado por el gobierno ucraniano. El resto del territorio  que está fuera del control de las autoridades de Ucrania, se considera el "territorio temporalmente ocupado".El Gobierno ucraniano y ciertos países y organizaciones creen que esta república tiene el apoyo militar de Rusia. Estas acusaciones son rechazadas por los dirigentes rusos.Por este motivo los habitantes de Lugansk se consideran pro-rusos y los que huyen de esa ciudad para vivir en territorio ucraniano son considerados refugiados políticos dentro de su propio país.

Antes de la llegada de Tania, él se instaló en Kharkiv, la segunda ciudad más grande de Ucrania. Una importante ciudad para el país desde el punto de vista cultural, educativo e industrial . Allí encontró un trabajo en una fábrica y allí esperó la llegada de Tania.

Se instalaron en un pequeño apartamento que apenas tenía espacio para un sillón cama, un mesa y cuatro sillas, un pequeño baño y una  cocina en el mismo salón. El ganaba doscientos euros al mes y pagaban cien de alquiler. Recibían ayuda humanitaria  de leche y pañales para el bebé en determinadas ocasiones cuando conseguían que alguna asociación , de ayuda al refugiado, se apiedara de ellos.

El tiempo fue pasando y ella apenas hablaba de las necesidades que iban teniendo para sobrevivir. Aún vivían bajo el hechizo del amor, y todas las contrariedades se iban resolviendo por muy duras que fueran. María seguía  alimentándose de la leche materna  y así continuó hasta casi los dos años. Esto les ahorraba el gasto de leche pero no el de pañales y del resto de los víveres necesarios para alimentarse. Su madre les enviaba cada mes un bolso repleto de algunos alimentos necesarios para poder subsistir. Después de casi dos años de lucha por la supervivencia , Tania se volvió a quedar embarazada de su nuevo  marido , a pesar de todos los consejos que recibió  sobre los métodos anticonceptivos y de lo poco oportuno que sería para ella y su familia la llegada de un bebé, teniendo en cuenta la situación que vivían carentes de todo lo básico para mantener a nuevo miembro de la familia. Anatoli tuvo la suerte de nacer en mejores condiciones sanitarias que María , al menos el parto no estuvo acompañado de disparos y bombardeos.

Se supone que la situación de precaridad que vivían, acompañada de que  tenían veinte años cada uno,  unido a un matrimonio acelerado y el nacimiento de otro hijo, contribuyó a que las relaciones entre ambos empezaran a sufrir un declive cuando apenas llevaban dos años de convivencia. Él empezó a mostrar su verdadera cara, que al parecer ,ella  aún no había descubiero, y  comenzaron las disputas, los reproches, las peleas diarias, hasta culminar en un control de todo lo que ella hacía, decía o con quién se relacionaba. Se estaba trazando el camino adecuado para culminar en el maltrato físico, que empezó por un empujón y terminó con una paliza.

No se sabe si fue la primera, pero sí fue la última paliza que recibió Tania de su marido.  Después de recibirla llamó a su madre para contarle lo que había ocurrido y que se encontraba en la calle sin recursos, maltratada y con dos niños , una  niña de apenas tres años y un bebé de  cinco meses. Tras avisar  a la policía del maltrato que había recibido y mostrarle el informe médico,  ésta la única actuación que  llevó a cabo fue decirle que se presentara tres días después en la comisaria para presentar la denuncia y mientras tanto que volviera con su marido que era lo más adecuado.Intentó desesperadamente buscar ayuda en alguna asociación que trabajara con mujeres maltratadas  y en ningún caso recibió ninguna .

 En Ucrania las mujeres que sufren malos tratos están acostumbradas a ocultarlo. Suelen silenciar lo ocurrido por temor a ser reprobadas, a ser acusadas de tener ellas mismas la culpa y a recibir más agresiones en venganza , raramente comparten lo que les ha ocurrido con un especialista o piden ayuda.   La visión de la mujer como un objeto está muy arraigada en este país  y los medios de comunicación y la publicidad contribuyen a afianzar los esterotipos machistas  y a perpetuar el silencio.No existe una ley específica de castigue la violencia de género (ni siquiera de violencia doméstica).No existen  juzgados especializados ni normas que castiguen el abuso psicológico o la violencia económica, social o física.

La única opción que tuvo Tania después de ser maltratada y de haber huido del que fue su nido de amor, fue refugiarse en casa de una amiga que la acogió durante tres días hasta que puso la denuncia. Después de visitar la comisaria y presentar el informe médico , la única sanción que recibió su marido fue una multa  que nunca pagó porque sobornó al policía para que le quitara la denuncia.

Ella no volvió con su marido para no correr el riesgo de ser una víctima más de las mujeres que son asesinadas tanto en Ucrania como en el resto del mundo. Una vez más se encontró en la calle, pero esta vez con un equipaje mucho mayor. Se buscó un nuevo apartamento aún más precario que el anterior y comenzó una nueva etapa con la  ayuda de la única persona que tenía, su madre. Ahora vive con la pensión de 80 euros que el gobierno le da por tener un hijo menor de tres años, con la ayuda humanitaria que recibe de algunas asociaciones  y con la pena de haber sacrificado el futuro de sus hijos por refugiarse en los brazos de aquél que creía que le daría una vida repleta de amor .

Tania se arrepintió de su terrible decisión tal  y como manifestó antes de salir de  Ceuta, pero asume su error y lucha diariamente para sacar a sus hijos para adelante.

Ceuta abril de 2018

ESTE RELATO FUE PUBLICADO EN EL LIBRO "RELATOS DESDE LA BIBLIOTECA" EN EL AÑO 2018, EN CONMEMORACIÓN DEL DÍA DEL LIBRO,