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domingo, 5 de abril de 2020

¿´QUÉ FUE DE LOS MENORES UCRANIANOS





En el verano del  2005 cuatro familias de Ceuta decidieron  acoger  a cuatro menores de orfanatos ucranianos.
La Asociación de Menores Ucranianos de Andalucía lanzaba una cuña radiofónica para captar a familias de acogida a menores procedentes de orfanato de Lungansk, ciudad ucraniana fronteriza con Rusia. Ese acogimiento formaba parte de un programa que se llamaba “Programa de saneamiento de menores ucranianos”. Esa audición llegó a mis oídos por casualidad y en ese momento desconocía lo que iba a influir en mi vida.
   Tras oír la noticia llamé  al número que publicitaban y me informaron que quedaban tres niños y una niña por acoger. Elegí a la niña y busqué desesperadamente  entre conocidos  a personas   que  acogieran al resto de los  tres niños que aún faltaban por encontrar familias. El 8 de junio de ese año estábamos padres y madres de acogida,  esperando el avión que trasladaba a 80 menores a Andalucía y a  cuatro a Ceuta para pasar los tres meses de verano.

  
 A partir de aquí la Asociación Digmun se encargó de difundir, captar e informar a los interesados sobre  esta campaña de acogimiento a  menores. Estos niños y niñas vivían en orfanatos de Ucrania por diferentes motivos, bien por ser huérfanos  o porque sus familias no tenían recursos para atenderlos o porque se desconocía su procedencia familiar. El equipaje que traían a sus espaldas era mínimo, una mochila con agua y un bocadillo, pero en su interior traían una maleta repleta de desamparo, sufrimientos y malos tratos. El reto que se presentaba a las familias para afrontar la convivencia y culminar con éxito el acogimiento, era realmente difícil debido a la situación de desconfianza que presentaban los menores y ante la dificultad de comunicarse con ellos. Esto fue el inicio de lo que fueron 13 años de llegada de estos menores a nuestra ciudad. Más de veinte menores se han beneficiado de estos acogimientos gracias a la generosidad de las familias ceutíes y otros, los que se quedaban en el orfanato,  se beneficiaron también por la ayuda humanitaria que se enviaba allí a la vuelta de cada acogimiento.
   Durante estos años, han sido muchas las familias ceutíes que han acogido a estos menores en su seno familiar durante los tres meses de verano y casi dos meses en navidad. La continuidad no ha sido la misma en todas las familias por varios motivos.  Muchas veces estos niños eran adoptados una vez que volvían al orfanato por familias,  sobre todo italianas  y americanas, otras veces, la familia desistía del acogimiento ante las dificultades de adaptarse al menor y de los problemas que esto traía consigo o por contratiempos de la propia familia,  y en raras ocasiones, también impedía el acogimiento el hecho de la aparición del padre o la madre a los cuales les habían retirado la custodia y con el tiempo conseguían recuperarla.
 Por algunos de estos motivos, hubo familias que sólo tuvieron un acogimiento de uno o varios períodos, en cambio otras, la duración fue mucho mayor y duró todo el tiempo que el menor pasó en el orfanato  hasta cumplir los 18 años que pasaban a un piso tutelado.
  La llegada de la crisis a España afectó notablemente los acogimientos y hubo un descenso importante, ya que los gastos que suponía el viaje, el mantenimiento y  la ayuda posterior que se le proporcionaba, no pudieron soportarlo muchas familias, a pesar de que Digmun subvencionaba parte de estos viajes con un convenio de la Consejería de Asuntos Sociales.  A partir del 2012 se redujo el número de niños y niñas que venían a nuestra ciudad, pero no por ello las familias  dejaron de tener contacto con ellos y prestarle su ayuda.
   La mayor de todas estas niñas, por ser la primera en venir, ya tiene 26 años y es madre de tres niños, al igual que ella, algunas otras, ya son madres también, porque el modelo de mujer ucraniana dicta mucho de parecerse a la española, y lo normal es salir del orfanato y quedarse embarazada. Los que tenían familia en Ucrania, volvieron al seno familiar al cumplir la mayoría de edad, si conocían la procedencia de su familia genética. Muchos de ellos perdieron el contacto con  Ceuta, bien por ser adoptados o porque el tiempo y el espacio diluyó esa relación. Otros fueron evacuados  a Odessa cuando estalló la guerra en el este de Ucrania cuando fue ocupada por los rusos, por lo que se supone que se establecieron en esa zona al salir del orfanato. Algunos de esos niños que permanecieron en Lugank se alistaron en el ejército ruso al cumplir la edad, pero no pudieron cruzar a Ucrania por ser considerados traidores al país. A pesar de todas estas circunstancias muchos de ellos mantienen el contacto con sus familias ceutíes y las siguen considerando parte muy importante de sus vidas. Actualmente tan sólo una niña continúa  viniendo a Ceuta desde que tenía cinco años, y tiene en la actualidad 15. El hecho de su continuidad ha sido en parte a que su familia genética vive en Ucrania y mantiene contacto con ella y por otro lado, al tesón y a  la constancia de la familia ceutí que no ha persistido año tras año en este acogimiento a pesar de las dificultades.

Los beneficios que estos  acogimientos proporcionaron a estos menores fueron   múltiples. Mejoraron su salud física y emocional y volvían  a Ucrania en mejores condiciones que cuando llegaron. En tan solo un verano recuperaban una parte de su retraso en el desarrollo físico, que solía ser de uno o dos años. En algunos casos resolvieron  algunos problemas médicos no tratados en Ucrania, sobre todo de salud bucodental y visual. Pero además, y sobre todo en el caso de los que procedían  de  familias desestructuradas,  encontraron  una familia que les demostraba su cariño y que se preocupaba  por ellos .Esto favoreció que mejorara su autoestima   y  que aun cuando se iban, seguían  en contacto con ellos demostrándole su cariño y preocupación, por lo que ellos sentían que no estaban solos. Aprendieron también a confiar en la familia como base de cariño, de apoyo y de cuidados.
 


De lo que  no hay duda,  es que estos menores que ya son jóvenes de más de 18 años, estén donde estén,  nunca olvidarán el tiempo que disfrutaron en nuestra ciudad, el cariño que recibieron de sus familias,  el bienestar que les proporcionaron y sobre todo,  la seguridad de saber que, en esos momentos, había alguien que se preocupaba y ocupaba de ellos ,aunque fuera en la distancia. Ellos recibieron mucho, pero las familias de Ceuta recibimos mucho más de ellos.


DE LA SECCIÓN FEMENINA AL TRAJE TÍPICO DE CEUTA.



DE LA SECCIÓN FEMENINA AL TRAJE TÍPICO DE CEUTA.

ARTÍCULO DE OPINIÓN.

Entre 1937 y 1977, tres millones de mujeres de entre 17 y 35 años hicieron el Servicio Social en nuestro país, una mili femenina que suministraba mano de obra gratuita en hospitales, comedores y otras instituciones sociales y sanitarias. Aunque en un principio era de carácter voluntario y no existían sanciones por incumplimiento del mismo, como ocurría con el servicio militar, si era imprescindible para poder desempeñar alguna función en la Administración, en la obtención de títulos profesionales y para obtener el pasaporte o el carné de conducir. Estaban exentas las mujeres que padeciesen algún defecto físico o enfermedad que les impidiese prestar este servicio, al igual que las mujeres casadas o viudas. También se libraban las que hubieran colaborado, al menos durante seis meses, en las obras sociales promovidas por el bando nacional.

 En un principio, cumplió una función de adoctrinamiento político y social, difundiendo entre la población femenina unos valores conservadores y relegando a la mujer al papel de reproductora y ama de casa. En los últimos años de la dictadura, tuvo un carácter más social que político, aunque en algunos casos se impartían contenidos de los principios fundamentales de la Falange Española, haciéndolos coincidir con la asignatura obligatoria que dábamos en el bachillerato llamada “Formación del Espíritu Nacional”.

  Actualmente, ese Servicio social que impuso Franco, y que equivalía al "servicio de las armas" de los hombres, cuenta para la jubilación anticipada. Dos sentencias, una del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco y otra del Tribunal Superior de Extremadura, reconocen ya ese periodo como tiempo de cotización efectiva para acceder a esa modalidad de jubilación: lo equiparan al servicio militar y a la prestación social sustitutoria de los hombres durante la dictadura. No hacerlo, dicen, sería discriminación por razón de sexo.

  A mediados de los años 70, en Ceuta, al igual que en el resto del país, todas aquellas mujeres que estudiábamos en la Escuela Normal de Magisterio del Morro y que pretendíamos obtener el título de maestra, el carné de conducir, o cualquier otro título de la Administración pública, debíamos hacer el Servicio Social de la Sección femenina cuya sede se ubicaba entonces en la Marina, en el antiguo edificio de Baeza. Este Servicio consistía principalmente en ejercer labores de costura o de atención a los ancianos de la Residencia de Nazareth , y en hacer arreglos de ropa y canastillas de bebé , en la propia sede de la Sección Femenina. También te ofrecían la posibilidad de participar en talleres de bailes regionales o en el coro femenino. El tiempo que duraba esa prestación social era de seis meses, por lo que nuestra idea era hacerlo durante dos veranos seguidos y terminarlo antes de comenzar Magisterio.

  Mi generación fue la segunda promoción de COU en Ceuta, del plan de estudios del 71 de Magisterio, y hasta entonces sólo se necesitaba hasta sexto de bachiller para acceder a Magisterio. Todo el bachillerato y el COU fueron exclusivamente de chicas, en el Instituto Femenino que se impartía en el actual Siete Colinas. Fue a partir de ese año cuando se hizo imprescindible aprobar el COU para acceder a cualquier estudio universitario. Nosotras decidimos hacer el Curso de Orientación Universitaria que nos abría puertas para otros estudios, dentro y fuera de la ciudad.

  Aprovechando el final del curso de sexto de bachillerato y con la idea de estudiar posteriormente Magisterio, un grupo de amigas decidimos, por adelantado, quitarnos de en medio ese deber inexcusable que era el Servicio Social, y nos dispusimos a cumplir con él durante los tres meses del verano del 72. Allí permanecíamos toda la mañana dando falsas puntadas, ya que apenas teníamos conocimiento de cómo se hacía ni siquiera un hilván, ni un pespunte, muy a pesar de que nuestras madres, se proponían educarnos en los deberes inexcusables del hogar, para que fuéramos en el futuro, unas buenas esposas y unas excelentes maestras. A nosotras no nos interesaron nunca esas tareas, estábamos allí más por cuestiones burocráticas que educativas y a pesar de nuestra juventud ya crecía en nuestra mente, las ansias de luchar por nuestro propio destino y convertirnos en mujeres libres e independientes. El paso del tiempo nos dio la razón, siendo en la actualidad maestras implicadas en educar a nuestro alumnado sin discriminarlos por razones de sexo.

 Así transcurrieron las eternas mañanas del verano del 72, y así fue cómo el traje típico de Ceuta llegó a nuestras manos.

 En aquel momento, según cuenta Lali Orozco, en su artículo del Faro, ella se presentó al concurso de elección del traje ceutí con el fin, creo, de que la Maja de Ceuta tuviera su propio atuendo caballa. Supongo que ella estaba vinculada a la Sección Femenina donde prestábamos en esos momentos nuestros servicios sociales. Se nos propuso lucir y promocionar, en las carrozas de esa feria, el traje ganador que representaría hasta nuestros días el traje típico de la mujer ceutí. Nos informaron que el traje llegaría próximo a la feria y se nos ofreció la oportunidad de decidir quiénes queríamos lucirlo en la cabalgata.

  No sé exactamente si fue porque eso nos acercaba a las jefas que nos expedían el certificado del curso, por quitarnos de en medio actividades muy lejanas a nuestros intereses juveniles, o simplemente, porque nos divertía subirnos por primera vez en una carroza, pasearnos por el recinto ferial para aterrizar después en la caseta de la Juventud, donde actuaría nuestro ídolo ceutí del momento, Carlos Bernal que acababa de ganar el Festival “Ceuta Perla del Mediterráneo”. Así que decidimos salir en las carrozas y mostrar el traje que se acababa de crear representando a la mujer ceutí, en la feria de 1972.

  Cuando llegó el momento, dos cursos después de esa feria, de comenzar nuestros estudios de Maestra de Enseñanza General Básica, nos llevamos la sorpresa de que ya no era necesario para obtener la titulación el haber realizado tres meses de Servicio Social, ya que el propio Campamento que se hacía durante el primer curso de Magisterio convalidaba en gran parte esa prestación.

  Así fue como le regalamos a la Sección Femenina dos meses de nuestro verano, pero que sin saberlo, nos permitió ser de las primeras en lucir el traje típico de nuestra tierra.










El Monte Musa


El YEBEL MUSA

El monte Musa (en árabe جبل موسى, Jebel Musa, en bereber Adrar Musa), también conocido como La Mujer Muerta, es un promontorio de 839 metros, situado en el norte de Marruecos junto a la costa del estrecho de Gibraltar.

 Se le considera una de las dos Columnas de Hércules, junto con el peñón de Gibraltar en la península ibérica, identificándose con el monte Abyla o Abila. Sin embargo otras interpretaciones identifican Abyla con el monte Hacho (204 m), en la ciudad autónoma de Ceuta
Su apodo «Mujer Muerta» se debe a que desde Ceuta, el territorio español más próximo a la montaña, su silueta se asemeja a la de una mujer tumbada.

  “La Mujer Muerta” me ha acompañado durante muchos años en múltiples encuentros entre amigos en nuestra adolescencia y juventud.Cercano a la montaña se encuentra el cafetín de Benzú,   donde íbamos a tomar un té después de nuestros baños en Calamocarro y a contemplar la puesta de sol. Ha sido testigo de muchas ilusiones compartidas, de muchos sueños imaginados y de proyectos futuros. Es por eso que elegí este nombre, para hacerle honor a esa Mujer Muerta, testigo directo de mis experiencias vividas.

  "Creando un blog con ilusión" era un proyecto que tenía en mente desde hacía muchos años, pero ha tenido que llegar este periodo de aislamiento para hacerlo realidad.

  No pretendo difundir lo que he escrito en años anteriores, fruto de mis vivencias o de mis pensamientos y que supongo que sólo leerán mis allegados y mis familiares, sólo nace con la idea de recopilar vivencias y que sea el rincón para refugiarme en determinados momentos. Posiblemente ahora esté lleno de ilusiones y con el tiempo irá cayendo en el olvido, pero siempre quedará la huella de que no todo fue tan malo en tiempos difíciles.

  (Mi agradecimiento a mi amiga Pilar Losada que ha aportado su saber a mis deficiencias tecnológicas).
 Periodo de confinamiento por Coronavirus, marzo 2020.