LA BELLEZA SUBSISTE EN EL RECUERDO
Este es el microrrelato con el que participé.
El párroco les permitía bailar los sábados por la tarde en los bajos de la iglesia después de asistir a misa. A las 8 en punto, bajaban al local con rostros resplandecientes de ilusión, preparaban los refrescos, enchufaban el “picú” y seleccionaban los discos. Sus miradas se buscaban entre tanto bullicio y al encontrarse, el rubor invadía sus mejillas y el corazón empezaba a latir con fuerza. Las primeras canciones invitaban al baile y salían a escena con pasos rápidos e incontrolados, soltando toda la adrenalina acumulada.
Sabían que después de bailar, “Un rayo de Sol”, sonaría la música lenta que
tanto anhelaban. Ellas ocupaban su sitio a la espera pasiva de ser elegidas,
ellos iban a la búsqueda de la más guapa para rozar su cuerpo. Ese era el
momento esperado, era el único momento que se permitía tocar al otro, sentir de
cerca su respiración, oler su aroma y robar un beso.
Ella le vio acercarse. Sus mejillas se enrojecieron y él le cogió la mano y
apretó su cuerpo. La canción de los Módulos “Todo tiene su fin” se escuchaba a
lo lejos, muy lejos como el eco de una despedida. Era el presagio de que todo
terminaría en un instante, sería el último baile, sería el último abrazo y le daría el último beso.
“Aunque ya nada pueda devolvernos la hora del esplendor en la hierba,
de la gloria en las flores, no debemos afligirnos, porque la belleza subsiste
en el recuerdo“
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