La educación es la única arma para combatir las injusticias, las desigualdades y la discriminación

miércoles, 25 de noviembre de 2020

EL MIEDO A LA DENUNCIA.

 

25 DE NOVIEMBRE DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO.

 El número de mujeres asesinadas en lo que va de año asciende a 41, dejando a 23 menores huérfanos, según cifras oficiales. Estas cifras dejan fuera a todas aquellas que murieron a manos de hombres con las que no mantenían un vínculo sentimental. Resulta ridículo negar, aunque algunos se empeñen en hacerlo, que existe una violencia específica hacia las mujeres por el simple hecho de ser mujeres.


 Todas las mujeres, sin distinción de edad, cultura, religión, formación o estatus social, pueden ser objeto de este tipo de violencia, simplemente, por el hecho de nacer mujer. Las mujeres migrantes no son ajenas a esta realidad, es más, ellas son las que sufren mayores niveles de violencia en nuestro país. Si nos detenemos a buscar respuestas al porqué de esta situación, no podemos pasar por lo alto los numerosos factores que influyen en la extrema vulnerabilidad de estas mujeres ante la violencia de género y sexual que sufren en los países de acogida, como son las barreras lingüísticas, la dependencia económica hacia su agresor y la falta de confianza en las instituciones públicas.

 El choque cultural es innegable. Provienen en su mayoría de sociedades absolutamente ajenas a nuestra legislación y estado de derecho, de países en los que se llega a justificar la violencia de género, y de culturas donde la mujer no puede hablar, ni opinar y mucho menos oponerse a las normas de su propia comunidad, alcanzando niveles de pobreza y analfabetismo muy superiores a los de los hombres.

 Esta es la realidad social y cultural de la que provienen, así que no es difícil imaginar el desamparo e indefensión que sienten ante las nuevas situaciones de violencia de género que sufren por parte de sus parejas en los países de acogida, desamparo e indefensión a los que se suma el desconocimiento de sus derechos y el temor a la propia Administración Pública. No podemos olvidar que en su mayoría proceden de países carentes de libertad, donde esas instituciones públicas son represivas, violentas y opresivas, lo que aumenta aún más en ellas el miedo a denunciar las agresiones y situaciones vejatorias, y a iniciar por tanto un proceso legal en el nuevo país en el que se han establecido.

 Cuando una mujer inmigrante sufre violencia de género por parte de su pareja, habitualmente el marido, y ella está en situación irregular, difícilmente se consigue  convencerla de efectuar la correspondiente denuncia contra su agresor. Puede más en ellas el miedo a hacerse “visibles” ante las distintas instituciones públicas (Policía, Juzgado, Inmigración), y que ello les suponga la incoación del correspondiente expediente sancionador y la consiguiente expulsión del país, que el liberarse de su pareja agresora denunciando los actos violentos y humillaciones sufridas. Seguirá soportando por largo tiempo las agresiones y vejaciones antes que arriesgarse a ser expulsada fuera del entorno familiar o verse obligada a volver a su país.

 El trabajo que DIGMUN realiza en el taller MUJER AVANZA para mujeres fronterizas está encaminado no sólo a educarlas en igualdad, sino también a empoderarlas, para que sean capaces de salir de la situación de vulnerabilidad en que se encuentran y fortalecer su autoestima en el caso de que sean maltratadas por sus parejas. Ellas son las más indefensas, puesto que en su mayoría trabajan en el servicio doméstico o están en el paro, por lo que sus recursos económicos son muy escasos, son  analfabetas  y poseen  un gran desconocimiento de la lengua española. Todo esto unido hace que difícilmente puedan salir de la espiral de la violencia.


 Pretendemos que sean capaces de superar el miedo a denunciar, y enseñarles a confiar en los recursos que tiene nuestra ciudad para protegerlas en el caso de que sean víctimas de la violencia machista, para que puedan comenzar una nueva vida digna y en paz, lejos del maltratador.



 Triste y trágicamente ausentes, pero no olvidadas, siempre en nuestro recuerdo.



 Igualdad, Dignidad, Respeto...PAZ.


 

sábado, 21 de noviembre de 2020

LA SUERTE DEL MOMENTO.

 

20 DE NOVIEMBRE DÍA DE LA INFANCIA.




 En el año 2007 DIGMUN comenzó a impartir el taller para menores sin escolarizar con personal voluntario y de prácticas. Desde la fundación de la asociación en el 2005 hasta esta fecha, no se tenía información de que en nuestra ciudad existía este colectivo sin cobertura educativa. Esta información llegó de manos de una niña, Fanna que tenía entonces 7 años. Su padre nos visitó para comunicarnos que a su hija no se le permitía la escolarización por no estar empadronada, a pesar de que ellos vivían en Ceuta desde hacía tres años y él trabajaba en el puerto captando compradores de billetes de barco.

 A partir de aquí se creó el taller que DIGMUN imparte para estos menores que no están escolarizados, cubriendo en parte, las necesidades educativas que presentan, independientemente de la edad y el nivel previo que tengan. Este taller ha sido financiado durante muchos años por la fundación EDUCO.

 Fanna asistió a nuestros talleres durante tres años, donde recibió un nivel adecuado que le permitió adaptarse a un centro público donde fue escolarizada posteriormente. Tuvo la suerte del momento, ya que en ese tiempo los informes educativos y sociales que se hacían del menor, demostrando su residencia en nuestra ciudad y el arraigo que la familia tenía en Ceuta, con vivienda y trabajo de uno de sus progenitores, eran suficiente para que el menor pudiera ir a un centro educativo por derecho, en caso de no estar empadronado.

 Fanna tuvo suerte por varios motivos: por  contar con una asociación que la pudo atender cuando se encontró fuera del sistema educativo,  porque pudo ser escolarizada en un centro público,  y  por asistir a un colegio con grandes profesionales que no tuvieron  en cuenta ni  su procedencia, ni su situación administrativa,  y sacó de ella todo lo mejor que tenía para convertirla en una alumna brillante. Cuando terminó sus estudios de primaria con notas muy destacadas, pasó a un centro de secundaria donde fue galardonada por sus excelentes calificaciones, dotando de prestigio a su propio centro.

 Actualmente está estudiando enfermería en Ceuta. El padre sigue echando muchas horas en el puerto de sol a sol para poder pagarle a su hija esta carrera. Su familia ya está empadronada en nuestra ciudad y su padre tiene contrato de trabajo por lo que el hermano pequeño pudo ser matriculado, sin problemas, en un colegio público cuando cumplió los seis años.

 Depender de la suerte del momento no es lícito, sobre todo para un menor al que la ley ampara y le concede el derecho de tener una educación y una sanidad pública por encima de los intereses políticos de la ciudad.

 Negarle el derecho a la educación a un menor es negarle un derecho fundamental recogido en Los Derechos de la Infancia, y es a la vez, negarle un futuro  para que puedan ser adultos libres  e independientes, es en definitiva, negarle a “ser personas dignas”.

 DIGMUN sigue trabajando desde hace doce años por defender los derechos de estos menores. Nunca las instituciones locales de Ceuta han apoyado, valorado o reconocido el trabajo realizado por nuestra asociación proporcionándole los recursos humanos necesarios para atenderlos. A pesar de esto, gracias a la colaboración de  otras entidades  como la Fundación Educo, el Centro Cultural Idrissis o CCOO, nuestros talleres pueden llevarse a cabo, y estos menores pueden beneficiarse, una vez escolarizados, de una educación reglada para obtener una titulación que les permita acreditar su formación.


 Muchas son las actividades que anualmente se organizan a favor de la Infancia desde Digmun con el fin de sensibilizar, informar y reflexionar de la importancia de establecer unos sólidos pilares educativos en los niños y niñas, para que contribuyan en un futuro a formar parte de una sociedad más igualitaria y tolerante.

 

 

 


 


domingo, 1 de noviembre de 2020

MICRO-RELATOS. CONTAR HISTORIAS MUY BREVES

  

El club de lectura de la Biblioteca de Ceuta nos propuso que escribiéramos unos micro-relatos para leerlos posteriormente y adivinar el autor/a . También serviría de excusa para dialogar sobre los motivos de nuestra inspiración.

Escribí dos microrrelatos y estoy casi segura que casi todos los asistentes adivinaron que yo era la autora de los mismos por el tema que elegí, muy cercano a mi forma de ver la vida.

Surgió después la idea de asistir a un taller de escritura para aprender la técnica de esta creación literaria. Fue la escritora y profesora ceutí María Jesús Fuente, la que nos deleitó con su taller y nos dio algunas pautas para perfeccionar esas breves historias que  queríamos contar

Esta fue mi pequeña historia que surgió después de tanta motivación

ACOMPAÑADA, SIN COMPAÑÍA


 Descubrí por dónde sale el sol y por dónde se oculta, qué habitaciones eran las más soleadas y aquellas que permanecían inalterables con el paso de las horas. Los muebles adquirían un tono brillante cuando recibían los primeros rayos, y se oscurecían al caer la tarde. Los ruidos de los pisos vecinos se escuchaban a lo largo del día: el arrastrar de los muebles, el taconeo de la vecina, el correr del agua de la cisterna , e incluso “ El Resistiré” que sonaba en algunos balcones..

 Disfruté del color y del olor de las flores de la terraza, del revoloteo de algunos insectos que a veces aparecían en la cocina, del aleteo de las palomas en la ventana, de todos los cuadros que adornan mis paredes y que parecían olvidados y, sobre todo, de los distintos tonos azules, verdes y grises que el mar y el cielo me regalaban desde el amanecer hasta el anochecer.

El aplauso de las 8 me devolvía al mundo real. Comprendía entonces, que cada percepción que entraba por mis sentidos se convertía en mi nueva compañía.