(Teresa en su casa de Rio Martil)
Con motive del 8 de marzo mi centro ha organizado una
actividad con el nombre de MUJERES QUE
INSPIRAN. El alumnado ha elegido una mujer muy significativa en su vida. Ha
puesto una foto con una pequeña bibliografía y ha descrito con varios adjetivos
a esa mujer tan especial y tan importante para ellos.
Estuve pensando en qué mujer podría elegir que me haya
servido de modelo, de inspiración y de admiración durante mucho tiempo. No fue
difícil encontrar, al instante, el nombre de Teresa Tuñón
Conocí a Teresa en el año 2002 en Tetuán, cuando yo
ejercía allí en el colegio español Jacinto Benavente. Era amiga de un compañero
y ambos habían trabajado juntos en Almuñécar. Teresa ya estaba jubilada y
rondaba los setenta años. En esos momentos se dedicaba a viajar sola por el
mundo, disfrutando de los países que eran especiales para ella con el fin de
conocer sus costumbres, su gastronomía y su forma de vida. Viajaba siempre ligera
de equipaje y en esta ocasión eligió Marruecos. Nada más conocerla supe que era
una mujer especial, distinta al resto de las mujeres que yo conocía y, sobre
todo, nada tenía que ver con las de su edad. Vivía en un pueblo de Asturias y
como buena asturiana era fuerte y valiente, como lo demostró hasta el final de
su vida.
El primer año, pasó poco tiempo entre nosotros, pero el
suficiente para saber que se podía hablar con ella de cualquier tema y que
compartíamos ideologías, aficiones y formas de vida. A partir de ese año, no
dejó de ir a Marruecos y pasó grandes temporadas allí, primero fue en Kabila,
después en Rincón y sus últimos años los pasó en Río Martil. Llegaba al finalizar
el verano, cuando el calor aminoraba y los días se hacían más cortos. En un
principio su estancia duraba hasta enero, según decía ella, hasta después del
cumpleaños de su madre, y a medida que fueron pasando los años, su estancia se
prolongaba cada vez más. En los últimos años disfrutaba del entorno marroquí
desde septiembre hasta junio para quitarse de las heladas asturianas y para
ahorrarse los enormes recibos de luz que debía pagar por tener encendida la
calefacción. Ella buscaba el mar, el sol, y el lugar adecuado para sentirse en
paz y disfrutar de los momentos que el presente le ofrecían
Se despertaba al amanecer para ver desde su balcón los primeros rayos de sol reflejarse en el mar y después de hacer sus ejercicios para fortalecer una espalda dañada por un accidente de coche, desayunaba en la terraza frente a un espectáculo de colores y olores con sabor a sal. Después salía para hacer el paseo marítimo, a la espera de que abrieran las primeras tiendas del zoco y adquirir todo lo necesario para su ritual culinario. Teresa era una gran cocinera y no sólo disfrutaba cocinando entre sartenes, perolas, cucharas de palo y otros enseres de cocina, sino que también le encantaba agasajarnos para saborear sus diversos platos representativos de los distintos países que había visitado. Las fabas y las natillas eran su gran especialidad y nos invitaba por grupos reducidos en distintos sábados del mes, porque no cabíamos todos en su casa. Los ingredientes de estos platos asturianos los recibía por correos porque debido al peso, no podía cargar con ellos durante el viaje. Todos recibíamos con ilusión la invitación a degustar ese exquisito plato, no solo porque suponía el disfrute de su sabor, sino también porque aseguraba las charlas interminables sobre política, religión, libros, cine, etc …acompañadas de copas de sidra y de vasos de té con hierba buena. Ella participaba activamente en todos esos debates con gran conocimiento en todos los temas, y con un criterio tan actual y convincente que prevalecía por encima de los nuestros. Lo hacía entre lanas y agujas de croché, mientras escuchaba, opinaba serenamente, y era capaz de enlazar los puntos sin mirar siquiera la labor que realizaba.
Fue concejala por Izquierda Unida en
Almuñécar mientras ejerció allí como profesora de comercio y sólo cuando las
conversaciones giraban en torno a los políticos de derecha y sus distintas
intervenciones en el país, era cuando mostraba abiertamente su irritación y su
rostro se encajaba diciendo: -No puedo con ellos. Sus ideas políticas no se
quedaban en la teoría y en el debate, participaba activamente en todas aquellas
manifestaciones que reivindicaban sus ideales. Fue capaz de embarcarse con un
grupo de brigadistas asturianos y viajar a Bagdad para estar al lado del pueblo
iraquí, que había sido injustamente invadido, viviendo en primera persona cómo
fueron los bombardeos que mataron a tantas víctimas inocentes. Esta experiencia
la plasmó en su libro “Diario de una abuela brigadista” y en la grabación de un
corto “Apuntarse a un bombardeo” que fue financiado y presentado por CCOO en la
fundación Muñiz Zapico.
En el tiempo que permaneció en Río Martil, fue una activa
voluntaria de la Asociación Lerchundi, ubicada en la antigua iglesia cerrada al
culto religioso en 1980 y dedicada a la cultura y a la ayuda humanitaria en el
año 1996. Teresa colaboró con la biblioteca, dio clases de contabilidad y
español, organizó talleres, preparó exquisitos platos para campañas benéficas,
y aportó todo su saber y experiencia en beneficio de los demás. Su voluntariado
se extendió también en la asociación Digmun de Ceuta y además de contarnos su
experiencia como brigadista en la guerra de Iraq dentro de las actividades que
programamos para el Día de la Paz, también tejió mantas de croché para venderlas
y ayudar a nuestros usuarios más necesitados y confeccionó múltiples objetos de
manualidades para el mismo fin.
Algunos fines de semana viajábamos hasta Río Martil para
repartir ayuda humanitaria y colaborar con otras asociaciones del norte de
Marruecos. A veces nos acompañaba y
disfrutaba con gran placer, sobre todo, cuando hacíamos la parada en Rincón
para comer las exquisitas sardinas al carbón. En otras ocasiones, yo me quedaba
el sábado y el domingo en su casa y eran esos los momentos en los que
compartíamos vida y experiencia mientras ella me enseñaba a hacer croché y yo
me esforzaba en que los puntos no se escaparan
de la aguja.
Aprendí mucho de Teresa, aprendí que la edad no es un
obstáculo para seguir luchando por lo que creemos, sin desfallecer, que la
soledad no es tan mala, si es elegida, que la belleza perdida de la juventud es
superada con creces por la belleza interior, y que nunca es tarde para realizar
los sueños que hemos anhelado durante mucho tiempo.
Teresa enfermó de un cáncer de esófago. Solicitó y luchó
por conseguir la eutanasia para morir dignamente y murió en agosto del 2022 con
87 años en su casa de Quirós (Asturias).
Murió tal y como vivió, luchando por una causa justa.
(fin de año en R.Martil)